«Viejo, fantasioso y genial»: El misterioso caso del brazo de Ramón del Valle-Inclán

El escritor aseguró que lo perdió tras luchar con una leona o un cocodrilo, fue cercenado por un bandido o arrancado por una obsesionada enamorada. Un cómic mexicano ilustró las leyendas sobre el brazo de Valle, a quien describió como «viejo, fantasioso y genial»

«Al llegar a Madrid, en el otoño de 1899, volví a reunirme con la gente literaria. Los tipos de las reuniones eran los mismos. Allí estaba Valle-Inclán, a quien ahora le faltaba el brazo», cuenta Pío Baroja. Sostenía el brazo cortado (que había convenientemente guardado) y tocaba con este en la puerta. Mientras escribía lo guardaba en una cajita, hacía bromas e incluso hubo quien aseguró que lo había perdido arrancado por una enamorada que no quería dejarlo ir. También se decía que lo había perdido en medio del fragor de la lucha con un enorme cocodrilo, o que un día se lo lanzó a un vulgar imitador suyo. O en medio de un combate cuerpo a cuerpo con el infame bandido mexicano Quirico. En cierta ocasión, en una recóndita selva, tuvo que elegir entre él o su brazo ante el ataque de una leona: se amputó el brazo con un cuchillo, que lanzó a la bestia y así la entretuvo y pudo huir. Una última teoría: se lo había arrancado para poder con este rascarse la espalda con mayor comodidad. Algunas de estas hilarantes narraciones fueron obra de sus seguidores y amigos, como Ramón Gómez de la Serna, que tiró de Valle para contribuir al ultraísmo y la patafísica ibérica. Incluso fue el propio escritor quien alimentó su propia mitología, generando engaños y jugando con el misterio que su misma vida generaba. En una de las veladas en el madrileño Café de la Montaña, ante las preguntas por parte de los invitados acerca de cómo había perdido su brazo, afirmó que en su estancia en un palacio de Galicia su sirviente le comunicó muy preocupado que se habían agotado todos los ingredientes disponibles para cocinar un estofado. Así que le pidió que trajera un cuchillo carnicero de la cocina. Luego se remangó su camisa, estiró el brazo y exclamó: «¡Corta un buen trozo de esto!». «En esta casa nunca va a faltar la comida», añadió.

«Al parecer, según contó, se enzarzó en una agria discusión con el periodista Manuel Bueno Bengoechea, que acabó en violencia. Ambos intercambiaron comentarios sobre la edad suficiente para batirse en duelo»

No fue así. Todos lo sabemos. La culpa la tuvo su famosa pelea y posterior pérdida de su brazo. Frecuentaba cafés bohemios y tertulias en lugares como el Café de la Montaña, situada en la planta baja del Grand Hotel de París, en el número 2 de la Puerta del Sol. Fue allí donde perdió su famosa mano, cercenándosele gran parte del brazo, algo que hoy se recuerda con una placa situada en la fachada lateral. El desencadenante precisamente fue una discusión sobre el mundo de los duelos. Al parecer, según contó, se enzarzó en una agria discusión con el periodista Manuel Bueno Bengoechea, que acabó en violencia. Ambos intercambiaron comentarios sobre la edad suficiente para batirse en duelo. El tono fue en aumento. Hubo insultos y reproches. Valle-Inclán, entonces con treinta y tres años, tras romper una botella (aunque otros testimonios hablan de una jarra de agua), le atacó con esta, mientras el periodista se lanzó con su bastón que al parecer tenía una parte cortante. Los testimonios son confusos y la mayoría de los testigos hablan de oídas. Valle-Inclán, ante la acometida de su enemigo, se protege con su brazo izquierdo. El choque provocó una lesión en su antebrazo, al clavársele un gemelo (el periodista logró huir del café) y posteriormente gangrenarse la herida. Sin embargo, hay varias otras teorías acerca de la causa de la amputación, como la de una rotura ósea que no podía tratarse en la época.

La editorial Novarro, una empresa mexicana que a mediados de los ochenta abandonó el mundo del cómic, a partir de febrero de 1956 inició una serie de monográficos llamados «Vidas Ilustres» (32 páginas a todo color). Su número 200, correspondiente al 15 de diciembre de 1968, iba dedicado a Ramón del Valle-Inclán y las extrañas teorías sobre su misterioso brazo. En su portada lo vemos junto al cocodrilo y una descripción sobre él que dice: «viejo, fantasioso y genial».