The Louvin Brothers, el dúo de vida turbulenta que conoció a Satán

The Louvin Brothers fueron uno de los dúos de country más salvajes y influyentes de la historia. En Satán es Real, recién publicado en España y que será llevado a la gran pantalla por Ethan Hawke, Charlie Louvin cuenta su turbulenta trayectoria.

Después de varios años intentándolo, el actor Ethan Hawke ha conseguido la inversión suficiente para llevar a la gran pantalla Satán is real, el libro de Charlie Louvin recientemente publicado en Espsña por EsPop ediciones. En él el músico cuenta su historia y la de su hermano Ira, The Louvin Brothers, uno de los grupos más influyentes de la música country, cuyas canciones fueron grabadas por Elvis, Ray Charles o Johnny Cash. «La música de The Louvin Brothers es muy importante para nosotros. Suena violenta y hermosa. Toda la música debería ser así. Es agresiva, es eléctrica, es extraña. No es folk rock de Brooklyn. No es para los que quieren ser buenos chicos. Es música gospel campesina. Están cantando estas canciones y luego en el backstage se aceleran, coquetean con las chicas y se golpean hasta hacerse mierda», comentaba Ethan Hawke en la página Saving Country Music.com.

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El guion, escrito por Jon Raymond y Shelby Gaines, será dirigido por Phil Morrison, que ya ha trabajado en Junebug con Alessandro Nivola, actor que interpretará a Charles Louving, mientras que Ethan Hawke se ha reservado el papel más atractivo de la historia, el de Ira Louvin, el hermano díscolo cuya vida salvaje y turbulenta le hizo afirmar con convicción que Satán es real. Tan real, que titularon así a uno de sus discos más famosos, tanto por su repertorio como por el diseño de su portada.

Para hacer la cubierta de Satan is Real, Ira convenció a su hermano para construir un demonio de madera de más de cinco metros de altura, colocarlo en mitad de un pedregal y quemar neumáticos viejos para simular el infierno. Lo que nunca imaginaron es que, con el calor de las hogueras, las piedras comenzarían a estallar y saltar como metralla, poniendo en riesgo la integridad del dúo y del fotógrafo que había enviado la compañía Capitol Records.

Desde siempre, Ira había tenido un especial talento para convencer a su hermano de emprender cualquier aventura o gamberrada por peligrosa que fuera. Cuando todavía eran unos niños, Ira le apostó a Charles que no sería capaz de acertarle en la mano con un hacha porque la retiraría antes de que cayese la hoja. En esas estaban cuando fueron sorprendidos por su padre, que salvó la mano de Ira poniendo fin al juego con esa violencia que caracterizó siempre el trato con sus hijos.

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Coronel Mareno Allen Loudermilk era un padre severo que trataba a sus hijos con mano dura y les obligaba a trabajar en las tareas del campo, empleando para ello métodos tan creativos como crueles. Un día les prometió cinco dólares al que, al final de la jornada, hubiera recogido más algodón. Llegada la hora y tras entregar el billete prometido al ganador, les explicó que, dado que ya sabía lo que eran capaces de recolectar, a partir de entonces tenían que mantener las mismas marcas si no querían vérselas con él. Esa intransigencia del padre contrastaba con la comprensión y el cariño de la madre, Georgiane Wootten, hija de un predicador de origen inglés, que enseñaba a Ira y Charles canciones tradicionales, que los muchachos interpretaban a regañadientes ante las visitas que iban a casa o en reuniones religiosas.

Esa timidez a la hora de actuar en público contrastaba con el deseo que Ira y Charlie habían tenido desde pequeños: tener un automóvil con aire acondicionado como el de Roy Acuff y debutar en el Grand Ole Opry, el programa de country más antiguo de Estados Unidos y por el que han pasado las más importantes figuras del género. Además, triunfar en el mundo de la música, o al menos intentarlo, era una de las pocas oportunidades para huir del hogar familiar y del yugo paterno.

Por eso, tras repartirse los instrumentos —Ira la mandolina y Charlie la guitarra— y aprender a tocarlos en tiempo récord, The Louvin Brothers comenzaron a actuar en emisoras de radio o en algunos festivales. Sin embargo, las condiciones laborales eran tan precarias que se veían obligados a trabajar en otras ocupaciones para poder mantener a sus familias. Un ritmo de vida que cada uno de los hermanos sobrellevaba a su manera: mientras que Ira buscaba alivio en el alcohol, su hermano se atiborraba de anfetaminas para mantenerse despierto y conducir de un punto a otro de Estados Unidos para cumplir con los compromisos artísticos.

Durante esos primeros años de carrera, The Louvin Brothers se encontraron con casi todos los problemas a los que se enfrentan un par de debutantes: impagos al finalizar los conciertos, managers de dudosa honestidad, sellos de discos más interesados por el producto que por la música y una inocencia que les hizo caer en ciertos errores que retrasaron su debut en el Grand Ole Opry.

Cada cierto tiempo, Ira y Charlie se acercaban hasta Nashville para hacer una audición e intentar ser programados en el espectáculo, pero todo era inútil. Jim Denny siempre les decía que no y, unas semanas después, ellos lo volvían a intentarlo con más ganas pero el mismo resultado. Solo meses después se enteraron de que Denny solo era el director de escena, sin verdadera autoridad en el Opry, aunque, al ser también propietario de una editora de música, solo facilitaba la entrada a aquellos músicos que grababan canciones de su catálogo.

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A pesar de esas dificultades, The Louvin Brothers consiguieron grabar con Capitol e incluso codearse con estrellas como Elvis, con el que hicieron una gira y que llegó a grabar canciones del dúo. Sin embargo, los excesos de Ira lo estropearon todo. Como cuenta Charlie en su biografía Satán es real, «conozco a dos o tres personas que compusieron canciones grabadas posteriormente por Elvis y aunque no contasen con otra fuente de ingresos podrían vivir de las rentas el resto de sus días». Ese podía haber sido el caso de The Louvin Brothers, el grupo favorito de la madre de Elvis, que se llevaba bastante bien con el dúo hasta que una noche, al finalizar el concierto, el músico de Tupelo fue al camerino y, ante el resto de artistas de la gira, comenzó a tocar una canción gospel al piano. «¿Sabéis¸ esta es la música que realmente amo», habría dicho Elvis, a lo que Ira, completamente borracho, respondió: «A ver, si tanto dices que la amas, ¿cómo es que luego tocas esa mierda sobre el escenario, puto negro de piel blanca?». El comentario no sentó bien, especialmente al Coronel Parker, manager de Elvis y, desde entonces, el ídolo juvenil no volvió a grabar ninguna canción de The Louvin Brothers ni a tocar sus temas en directo.

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El comportamiento de Ira fue complicando cada vez más la carrera profesional y personal de los hermanos. Incapaz de controlar sus brotes de mal humor, Ira acostumbraba a destrozar su mandolina contra el escenario cuando se desafinaba y, a continuación, abandonaba el escenario ante el asombro de los espectadores. Ese comportamiento violento también se producía en el ámbito doméstico, donde maltrataba a sus diferentes esposas, una de las cuales, después de estar a punto de ser ahorcada por Ira con el cable del teléfono, le descerrajó seis balazos que casi le causan la muerte.

Ante semejante comportamiento, Charlie decidió abandonar el dúo, dejar a su hermano y comenzar su carrera en solitario. Solo y sin posibilidades de retomar su carrera musical, Ira consideró la posibilidad de hacerse predicador para contarle al mundo que había visto a Satán e intentar ser de ayuda a esas almas atormentadas como él. No pudo ser. El 20 de junio de 1965, falleció en un accidente de circulación que, curiosamente, no fue provocado por él, sino por un conductor borracho que se estrelló contra su vehículo.

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