Los cubies contra el arte moderno


Mientras Duchamp causaba toda clase de escándalos, un trío queer de personajes con el pelo verde llamados «cubies» protagonizaban un extraño libro que atacaba el arte moderno

 

En 1913, a punto de desencadenarse la Gran Guerra, comenzó el arte moderno. O eso se dice cuando se habla de lo que sucedió en la exposición que tuvo lugar en la galería del Armory, en Lexington Avenue, Nueva York, donde un por entonces casi desconocido Marcel Duchamp presentó su cuadro Nude Descending a Staircase No. 2 (una obra que, a los ojos de hoy, no parecería nada escandalosa) y se desató la polémica. Los críticos y casi todo el mundo calificaron la obra de obscena. Eran los años del protodadá, del vorticismo, del futurismo, del cubismo. Comenzaban los gloriosos años de los manifiestos y la vanguardia.

«¿Serían los cubies una especie de liquidadores del cubismo?»

LOS CUBIES CONTRA EL MUNDO MODERNO

Ese mismo año, el matrimonio formado por la escritora Mary Chase Mills Lyall (1879-1963) y el dibujante y arquitecto Earl Harvey Lyall (1877-1932) publicó The Cubies, un extrañísimo libro publicado por Knickerbocker Press, con sede en Nueva York, destinado a niños y mayores. Lo que proponían era sumamente raro. Las figuras no tenían sexo alguno y lanzaban peroratas sobre el arte moderno en una especie de respuesta estadounidense a la irrupción del arte moderno, concretamente a lo sucedido en el Armory Show. Dividido como si se tratase de un abecedario, desfilan los nombres de Gertrude Stein, Picasso, Picabia o Matisse, entre otros. Los cubies son tres, cada uno de un color, pero todos con el pelo verde y largas melenas. Se desconocía su género. Eran los antiartistas queer. El formato del libro era pequeño y no se sabe el número de ejemplares que se imprimieron.

Todo es casi un enigma en relación con el pequeño libro, salvo su autoría, pero lo cierto es que se trató de un divertido y sarcástico ataque al arte moderno de moda a partir del escándalo del Armory que, además, lleva una dedicatoria anticubista (¿serían los cubies una especie de liquidadores del cubismo?) que rezaba: «The Association of American Painters and Sculptors, To Which They Owe Their Incubation». La obra quedó más o menos perdida hasta que, coincidiendo con el primer centenario del Armory, el investigador y coleccionista Francis Naumann, especializado en vanguardias y en Duchamp, publicó una tirada de cien ejemplares.