Un acertijo renacentista: la baraja de tarot Sola-Busca

Como recién salida de las páginas de un “best-seller” de Dan Brown o Umberto Eco, el origen de esta auténtica obra maestra del Renacimiento italiano, que incorporó la simbología alquímica a la cartomancia y sirvió de modelo para el Tarot moderno, sigue rodeado de misterio.


Alguien despliega sobre la mesa una colorida procesión de antiguos héroes griegos y romanos portando escudos, liras, banderines, bastones y antorchas, y simbólicamente flanqueados por basiliscos, cuervos, halcones, palomas y águilas. Cada carta del mazo encierra su propio enigma. Se estima que fue fabricad en 1491, muy probablemente en Ferrara, y coloreada a mano en Venecia una década más tarde. En la actualidad, la baraja original forma parte del fondo de la Pinacoteca de Brera, aunque se conservan otras versiones, incompletas y sin pintar, en la Albertina de Viena y el Museo Británico.

Considerada como la baraja completa de tarot de setenta y ocho cartas más antigua que existe, la Sola-Busca heredó su nombre de las familias de nobles milaneses que la poseyeron durante cinco generaciones. Además de ser la primera grabada en plancha de cobre, representa a los Arcanos Mayores y Menores como personajes y objetos en etampas alegóricas. Cuando Arthur Edward Waite encargó a Pamela Colman–Smith que ilustrara su obra The Pictorial Key to the Tarot (1910), la pintora se inspiró en casi una docena de sus cartas, reproduciendo las imágenes exactas de Sola-Busca a partir de las fotografías en blanco y negro que se exhibieron en el Museo Británico en 1908.

COMPARATIVA entre EL TRES de Espadas del Tarot Sola-Busca (1491) y el TRES de Espadas del Tarot Rider-Waite (1909)

El aspecto más fascinante del Tarot radica en su capacidad polisémica para transmitir múltiples significados independientemente del interrogador. Sin los conocimientos históricos, mitológicos y pictóricos necesarios, la efectividad de la baraja Sola Busca se resiente notablemente, pero su atractivo esotérico se mantiene inagotable. Las investigaciones más recientes no hacen sino contribuir a su leyenda. En su erudito ensayo The Game of Saturn: Decoding the Sola-Busca Tarocchi (2017), Peter Mark Adams sostiene que el mazo Sola Busca fue concebido como un grimorio para uso exclusivo de los nigromantes al servicio de la élite veneciana, y atribuye la autoría de los grabados a Nicola di Maestro Antonio, «uno de los pintores más excéntricos del Renacimiento» bajo las órdenes del filósofo hermético Ludovico Lazzarelli.

Incluso se aventura a desentrañar la iconografía simbólica de la baraja, presidida por el Rey de Espadas e identificándolo como Alejandro Magno (Alecxandro M.), iniciado en la alquimia por su maestro Aristóteles según recoge un tratado medieval titulado Secretum secretorum. Siguiendo con la genealogía mitológica, el Caballero de Espadas (Amone) correspondería a Zeus Ammon, en referencia a la bienvenida del emperador griego en el Templo de Ammon, saludado como el “hijo de Zeus”. Así, la Reina de Espadas sería Olimpia de Filipo, madre de Alejandro y reconocida hechicera, y el Caballero de Copas, Natanabo, (Nectanebo), el sumo sacerdote y oráculo egipcio.

Sin los conocimientos históricos, mitológicos y pictóricos necesarios, la efectividad de la baraja Sola-Busca se resiente notablemente, pero su atractivo esotérico se mantiene inagotable.

Pese a todo, algunas de los incógnitas más apasionantes siguen sin despejarse. Las iniciales “MS” inscritas en los triunfos de la baraja podrían referirse a Marin Sanudo, consigliere de la aristocrática familia Ferrara D'Este, del mismo modo que Catone, el Arcano XIII, evocaría a Catón el Joven, que conquistó Chipre (la antigua Cartago) en el 58 a. C. y, por lo tanto, sería una alusión directa a la anexión de Chipre por parte de Venecia en 1489, dos años antes de la creación de Sola-Busca.

Otro Catón ilustre del siglo XV, reconocido astrólogo, médico y bibliófilo, gozó del aprecio personal de Fernando I de Aragón y más tarde de la corte francesa. Catone Angelo (Sepino o Benevento) describió en De cometa qui anno 1472 mense Ianuario apparuit (1472) el cuerpo astral que surcó el cielo de Nápoles. A falta de mejor nombre, lo bautizó Pogonias, tomando prestado del termino Pogonius (“estrella barbuda”) con el que Aristóteles definió a los cometas que dejaban a su paso una estela de "pelo largo", y que el sabio napolitano interpretó como un presagio de la conquista otomana de Otranto. En el naipe, la cabeza decapitada de Asdrúbal nos recuerda la profecía de Aníbal sobre la destrucción de Cartago.

¿Es por eso que el latinismo Trahor Fatis (“el destino me empuja”) se vincula a una estrella de siete puntas que parece regir el destino de la Tierra y sus habitantes? Los astrólogos de la Antigüedad la identificarían como Algol, una de las estrellas más desafortunadas. Ptolomeo se refería a ella como «la Gorgona de Perseo» y la asociaba con la muerte por decapitación, reflejando el mito de la victoria del héroe Perseo sobre la Gorgona Medusa con cabeza de serpiente. O tal vez se trate del Gran Cometa avistado por el astrónomo alemán Johann Müller Regiomontano en 1472 y cuya órbita sería calculada tres siglos más tarde por el astrónomo Edmund Halley.

En la actualidad existen tres reimpresiones modernas del Sola Busca, pero según el historiador de arte Giordano Berti, dos de ellas están incompletas o absolutamente distorsionadas en cuanto a colores y tamaños. La única baraja que podría describirse como una copia fiel del original es la impresa por la editorial alemana Wolfgang Mayer en 1998 (pulsa sobre la imagen para ampliar).