España, un estadio confesional

«¿En qué se parece el fútbol a Dios? —se preguntaba Eduardo Galeano— En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales». Los romanos hablaban de pan y circo; los marxistas del opio del pueblo, y los fanáticos idolatran a sus estrellas como auténticos santos o deidades. He aquí algunos ejemplos.


La famosa fotografía de Ramón Masats que encabeza este artículo fue tomada en el Seminario Conciliar de Madrid. El que chuta abandonó sus estudios; el otro, que recibió el gol, aún es sacerdote y sigue pensando que sin sotana habría parado el balón. Corría el año 1959 y el Real Madrid de Di Stéfano y Puskás se enfrentaba al Barcelona FC de Kubala en el primer partido televisado. Unos meses antes se había inaugurado el repetidor de La Muela, que permitía por primera vez enviar la señal a las dos ciudades. Ganaron los merengues con un gol de Herrera en el minuto 78, pero el Barça acabó arrebatándole esa Liga, con cuatro puntos de ventaja. Y la Copa, tras eliminarlos en semifinales. Por su parte, el Madrid ganó su cuarta Copa de Europa consecutiva. «Así también se hace patria, que decía el Caudillo». En cuanto a la fotografía de Masats, conocida como Seminaristas jugando al fútbol, sigue expuesta en el Moma de Nueva York.

Expuesto el marco, centrémonos en la foto. La apropiación dictatorial de los éxitos de la selección y de los clubes españoles en competiciones internacionales, el uso coordinado de todos los medios de comunicación para transmitir a través del balompié una narrativa franquista de la nación española y el empeño por proyectar en el extranjero la imagen de una España unida, ordenada y feliz bajo la batuta del dictador, fueron las principales vías de instrumentalización por parte del régimen. Pero aquí lo importante es la sotana. En su libro ¡Bendito país!, publicado en 1976, el periodista Bernardino M. Hernando ya dejaba constancia del arraigo del nacionalcatolicismo en el deporte rey: «La cosa empieza ya por los mismos clubs como organización: todos suelen tener sus capellanes, que no se pierden un partido, y que en las grandes solemnidades arengan a sus fieles de la cruz y el balón». En la temporada 71-72, por ejemplo, el equipo de Las Palmas quedó campeón de España de Juveniles e hicieron un devoto acto de homenaje a la Virgen del Pino como agradecimiento por su triunfo. El sacerdote que ofició la ceremonia se expresó en los siguientes términos:

Los recortes de prensa, anuncios y viñetas seleccionados por Bernardino M. Hernando componen una auténtica antología del disparate beato de aquella época.

En España es habitual rezarle a la patrona o santo del club, así como llevarle a modo de ofrenda los títulos conseguidos. El capitán deposita el trofeo a los pies de la imagen y, en ocasiones, le hacen entrega de un balón firmado e incluso le calzan la camiseta. Según reconoce la archidiócesis de Burgos, además de la eucaristía de principio de temporada y la ofrenda de flores a Santa María la Mayor, la misión del capellán del Burgos C.F. consiste en bajar al vestuario antes de cada encuentro, «hablar a los jugadores un ratito, unos tres minutitos, motivarlos un poco y rezar un Padrenuestro». Y cuando arbitra, se asegura de que los cadetes no digan blasfemias.

Siguiendo los pasos de Luis Carandell, autor del imprescindible Celtiberia Show, los recortes de prensa, anuncios y viñetas seleccionados por Hernando componen una auténtica antología del disparate beato de aquella época. Su afición de archivista unida a su buen ojo para los subrayados y las dobles lecturas no dejan títere con cabeza, empezando por los equipos de la cantera sevillana y la muy piadosa afición alicantina.

España, un país en el que «sólo existen dos porteros: San Pedro, en el cielo, y Zamora, en la Tierra».

Lo más importante del futbol, según dicen, no es el balón, sino el futbolista. Ya se apellide Obispo o bien San José, ninguno será tan venerado como el mismísimo Cristo, protagonista de un auténtico culebrón en torno a su fichaje por el Oviedo a mediados de los años setenta. Hasta que en un giro inesperado de los acontecimientos, la prensa deportiva puso el foco sobre el presidente del Tudela…

A continuación, compartimos algunas muestras del fervor religioso con el que vivimos (léase en pasado, pero también en presente) el fútbol en un país en el que «sólo existen dos porteros: San Pedro, en el cielo, y Zamora, en la Tierra».