Ellos comen mierda: la película del «Death Rock»


Destruir todos los cines y todas las películas que no causen shock. Vísceras, sangre y violencia. Con Ellos comen mierda el cineasta Nick Zedd atacó el buen gusto… y lo consiguió

«Nosotros, que hemos violado las leyes, órdenes y deberes de la vanguardia, es decir, aburrir, tranquilizar y ofuscar… nos declaramos culpables del cargo que se nos imputa», podía leerse en El Manifiesto del Cine de Transgresión (un texto fundacional para un colectivo de artistas radicales) del director de cine de culto, terror y serie B (o Z) Nick Zedd (en realidad, James Harding, nacido en 1956 en Maryland), que en ocasiones firmaba como Nick Zodiak, un guiño al infame «asesino del zodiaco».

Nick Zedd

Nick Zedd

Tiempo antes había exhibido una película imposible, una epopeya de la sordidez y el deliberado mal gusto para convertirlo en un producto de la cultura trash, heredera de John Waters pero también de numerosos cineastas que se movían en lo más subterráneo de aquel Lower East Side de Nueva York, epicentro de clubs gays, música disco y colectivos de creadores marginales. El título, They eat scum (Ellos comen mierda), expresaba lo que podías encontrarte en aquella película tediosa hasta la desesperación y que fue calificada por la crítica como una de las peores películas jamás filmadas.

Cartel de They eat scum (1979)

Cartel de They eat scum (1979)

«The Village Voice fue más tajante: “totalmente repugnante”, dijo de la película»

Filmada en la época inmediatamente posterior al surgimiento del punk neoyorkino, en 1979, es un testimonio de muchos de aquellos seres imposibles: suciedad, esvásticas, transgresión sexual. Era un ataque al buen gusto. The Village Voice fue más tajante: «totalmente repugnante», dijo de la película. Zedd, sin embargo, recibió aquellas palabras como un halago. No era nada nuevo. Lo dejó escrito en el manifiesto, donde afirmaba que había que «romper todos los tabús de nuestra era pecando tanto como sea posible», pronosticando lo que sucederá en tono apocalíptico: «Habrá sangre, vergüenza, dolor y éxtasis», concluía en lo que era un adelanto de lo que vendría con su filmografía excesiva. Lo cumplió. A su alrededor, artistas adictos a la ruptura como Richard Kern, amigo y colaborador de Sonic Youth, o la incombustible Lydia Lunch, pionera de la no wave que tenía en estos directores y artistas a sus mejores exponentes.

Número 4 de The Underground Film Bulletin (1985)

Número 4 de The Underground Film Bulletin (1985)

No fue un fracaso. La película se abrió paso entre las cintas inclasificables y durante semanas se proyectó una y otra vez en Rafik’s O-P Screening Room, un cine independiente que proyectaba cine marginal y toda clase de cosas extrañas. John Waters asistió al estreno y, al terminar, lo felicitó.

«Todas las escuelas de cine sean explotadas y que nunca se vuelvan a hacer todas esas películas aburridas… que cualquier película que no cause un shock no vale la pena ser vista»

Zedd, inicialmente, no firmó el famoso manifiesto, que salió publicado con pseudónimo, el de Orion Jericho (aunque casi todo el mundo sabía que había sido su autor), en un boletín de realizadores underground que hacía de vocero de lo que sucedía en la ciudad. Fue un artista precoz que había encontrado por vez primera el material que le acompañaría toda su vida cuando apenas era un niño. En una ocasión, rebuscando entre las cosas de su padre, dio con varias cajas repletas de jugoso material vintage. Su padre, un fanático conservador, trabajaba como censor postal, el arma en manos de las autoridades tanto en Estados Unidos como el Reino Unido y que servía para secuestrar publicaciones y justificar redadas por «obscenidad». Por sus manos pasaban (y ahí terminaba la circulación del material) cartas con imágenes calificadas como obscenas y pornográficas, violencia y locura. Zedd vio en todo aquello algo fascinante. En 1976, cuando se mudó de la aburrida Maryland a la rompedora y efervescente Nueva York, encontró en el punk y los punk rockers su comunidad soñada. Entre ellos podía realizar muchos de sus proyectos. They eat scum fue el resultado de aquel ambiente, una horror movie que narra la existencia de una banda caníbal formada por punk rockers cuyo objetivo es destruir Nueva York. Incluye canciones en directo y una sucesión de confusos montajes, estridencias y música. El propio Zedd ha hecho una lectura mayor de la película: inauguró el death rock que, al igual que el movimiento Oi! y hardcore intentó dinamitar el punk rock. Fue el documento audiovisual que acompañó al manifiesto, ese que afirmaba lo siguiente: «todas las escuelas de cine sean explotadas y que nunca se vuelvan a hacer todas esas películas aburridas… que cualquier película que no cause un shock no vale la pena ser vista».