Emilio Carrère y los peligros de la noche

Encajonado entre la Basílica de San Miguel y el Palacio Arzobispal, el Pasadizo del Panecillo unía la madrileña Plaza del Conde de Barajas con la Calle de San Justo. Debido a su estrechez y trazado conflictivo, las autoridades le pusieron verja y echaron cerrojo.


Durante años el Pasadizo del Panecillo fue uno de los puntos más peligrosos de la ciudad. Hoy su acceso está cerrado, pero pocos se atrevían a pasar por aquí. Su endiablada curva era un agujero negro para incautos que perdían la bolsa y, en ocasiones, también la vida. Su cercanía a la calle Sacramento, en pleno barrio de los Austrias, hace que esta zona sea una de las favoritas de Emilio Carrère, el Caballero de la Muerte que, al caer la noche, salía a trabar en compañía de las gentes de la mala vida.

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