La verdadera historia de Superman contra el Ku Klux Klan

En la vida real, no todos los héroes llevan capa. Algunos, como William Stetson Kennedy, están dispuestos a vestir túnica para destruir una organización terrorista desde dentro, con la ayuda de un superhéroe de ficción.


«En un claro del bosque que proyecta sombras extrañas sobre las colinas cercanas e ilumina el cielo, arde una enorme cruz de madera. Ante ella, se arrodillan medio centenar de hombres vestidos con largas túnicas. Capuchas puntiagudas con aberturas solo para los ojos cubren sus cabezas y rostros, y un canto gutural y grave brota de sus labios ocultos...». El 11 de junio de 1946, casi cinco millones de niños estadounidenses aguantaron la respiración esperando a que el locutor prosiguiera con la narración. Llevaban dos semanas pegados al transistor, con los ojos como platos y el corazón en un puño, conscientes de que estaban siendo testigos del triunfo de «la verdad, la justicia y el estilo de vida americano» contra un ejército secreto de villanos enmascarados. Muchos todavía recuerdan aquel verano en que Superman derrotó al Ku Klux Klan, sin saber que el Hombre de Acero no fue el verdadero héroe de esta historia.

Se llamaba William Stetson Kennedy, era descendiente del inventor del sombrero vaquero que lleva su apellido y pertenecía a una familia adinerada de en Jacksonville (Florida), uno de los muchos estados donde la segregación racial seguía estando a la orden del día. Pese a ser educado en los valores confederados, presenció con espanto la discriminación a la que se sometía a la comunidad negra y su sed de justicia social se agudizó aún más cuando ingresó en el Proyecto Federal de Escritores, una iniciativa gubernamental creada para emplear a jóvenes aspirantes a escritores como él durante la Gran Depresión. Formaba parte de un plan más amplio, liderado a escala nacional por la Biblioteca del Congreso, para documentar la diversidad de la cultura estadounidense y preservarla mediante la grabación de canciones populares y tradiciones orales en numerosos idiomas y dialectos.

Así fue como Kennedy aceptó el puesto de archivista en Cayo Hueso (Tampa) que le llevaría a ser testigo de la explotación laboral que sufrían los recolectores de trementina en Florida. Pero más allá de sus valiosas aportaciones como pionero de la investigación del folklore estadounidense, junto a figuras de la talla de Alan Lomax, Robert Winslow Gordon y Dorothy Miller, nuestro Kennedy ha pasado a la historia en virtud de su faceta como activista por los derechos civiles, siendo en uno de los responsables de que se modificaran las conocidas “primarias blancas”, es decir, la fórmula electoral estadounidense que impedía votar a los negros.

Stetson Kennedy, autor de I Rode With the Ku Klux Klan, con un panfleto del Klan en febrero de 1947.

«Más rápido que un avión, más potente que una locomotora, inmune a las balas. ¡Mirad, en el cielo! ¡Es un pájaro! ¡Es un avión! ¡Es Superman!»

En febrero de 1942, motivado por la creciente ola de solidaridad social y patriotismo, Stetson decidió alistarse en el ejército y luchar en la II Guerra Mundial Sin embargo, un grave problema de espalda impide que lo movilicen al frente europeo, relegándole de nuevo a desempeñar un puesto administrativo. Fue entonces cuando Kennedy decidió unirse al Ku Klux Klan, la infame organización racista fundada en 1865 por los veteranos de la Guerra de Secesión para promover la xenofobia y proclamar la supremacía de la raza blanca. Tras ser declarada anticonstitucional en 1882 por la Corte Suprema de Estados Unidos, el Klan se mantuvo en el más absoluto secreto hasta 1915, año en que retomó su cruzada racial desde los medios de comunicación. El presidente Woodrow Wilson llegó incluso a apoyarles y, cinco años después, ya contaban con un 15% de la población estadounidense entre sus simpatizantes, a los que se sumaron muchos funcionarios del Gobierno en Estados como Tennesse, Oklahoma, Oregón o Indiana.

Dispuesto a tomar cartas en el asunto, Kennedy se hizo pasar por vendedor de enciclopedias y, adoptando el nombre de un tío fallecido que había sido miembro del Klan, empezó a frecuentar a la clase de tipos que podrían abrirle las puertas de la organización. Tuvo que jugar mucho al billar y beber la suficiente cerveza para ganarse su confianza y que lo invitaran a una fraternidad de Georgia, dirigida por el ex Mago Imperial del Ku Klux Klan, el Dr. Samuel Green. En sus reuniones semanales, Kennedy aprendió las contraseñas y los saludos secretos; descubrió que cobraban 15 dólares por un uniforme (que en realidad era solo una sábana con capucha) y se propuso acabar con el Klan desde dentro, recopilando todo tipo de información en lo que respecta a la jerarquía, las funciones de los altos mandos y las obligaciones de sus miembros, con el fin de desmantelar su vasta red de reclutamiento.

Kennedy pasó un año infiltrado, con acceso a documentación interna que detallaba sus planes de atentados, chantajes y coacciones. Presentó sus pruebas al Comité de Actividades Antiamericanas, pero nadie se las tomó en serio y las denuncias no prosperaron. Para llamar la atención de la prensa, se presentó en Washington ataviado como un miembro más del Ku Klux Klan, pero lo único que consiguió fue que lo detuvieran y pasar la noche en el calabozo.

Stetson Kennedy como miembro del Ku Klux Klan en 1947.

Agotadas las vías oficiales y temiendo que las conexiones del Klan con el gobierno y las fuerzas del orden se volvieran en su contra, Kennedy necesitaba una forma más creativa de desenmascararlos. ¿Y qué mejor aliado que el superhéroe más famoso del momento? «Más rápido que un avión, más potente que una locomotora, inmune a las balas. ¡Mirad, en el cielo! ¡Es un pájaro! ¡Es un avión! ¡Es Superman!». Creado por dos jóvenes de origen judío, Jerry Siegel y Joe Shuster, el personaje ya se había enfrentado en la ficción al mismísimo Hitler, por lo que parecía la mejor opción. ¿Qué pasaría si Kal-El se enfrentara al Ku Klux Klan? Por suerte para Kennedy, cuando se reunió los responsables del serial radiofónico de Las aventuras de Superman, en 1946, los guionistas estaban tan faltos de ideas que convirtieron su propuesta en una serie de 16 episodios bajo el título de «El clan de la cruz ardiente». Y dieron en el clavo. En la historia, Jimmy Olsen dirige un equipo de béisbol, pero al reemplazar a su lanzador estrella por un recién llegado con más talento. Al ver que se trata de un asiático, el tío del chaval que ha perdido su puesto le hace creer que el problema ha sido racial y lo convence para que le acompañe a una reunión de «verdaderos americanos» dispuestos a intimidarlo con sus cruces en llamas y amenazando de muerte a sus familiares.

los creadores de superman, Jerry Siegel y Joe Shuster.

VIÑETAS DE LA HISTORIETA PROPAGANDÍSTICA HOW SUPERMAN WOULD EN THE WAR DE Jerry Siegel Y Joe Shuster, PUBLICADA EN FEBRERO DE 1942 EN LA REVISTA LOOK, EN LA QUE EL HOMBRE DE ACERO PONE A HITLER Y STALIN A DISPOSICIÓN DEL TRIBUNAL DE LAS NACIONES UNIDAS PARA SER JUZGADOS POR SUS CRÍMENES DE GUERRA.

Cada episodio exponía los secretos mejor guardados del Klan, desmitificando su narrativa de organización pacífica sin ánimo de lucro. En el último episodio, Superman reveló el plan secreto del Klan para recaudar dinero a costa de los pobres incautos dispuestos a comprar sus mentiras… ¡y sus túnicas! Gracias a su estrecha colaborador con el comandante supremo del Klan, el Gran Dragón, Kennedy recuperó de un contenedor de basura un saco de facturas que permitió que el Departamento de Hacienda les reclamara cientos de miles de dólares en impuestos atrasados. El golpe fue tan duro que la organización nunca se recuperó financieramente.

Y lo mismo puede decirse de su reputación. Durante una de las reuniones de la fraternidad a la que pertenecía Kennedy, uno de los asistentes comentó visiblemente consternado que la noche anterior, al volver del trabajo, sorprendió a su hijo corriendo por la acera con una toalla atada alrededor del cuello a modo de capa, extendiendo los brazos, como si volara. Perseguía a un grupo de chavales que llevaban fundas de almohada en la cabeza. Cuando les preguntó qué demonios estaban haciendo, le respondieron que jugar a Superman contra el Ku Klux Klan. «Nunca me he sentido tan ridículo en mi vida -reconoció cabizbajo- ¿Y si mi propio hijo encuentra mi túnica del Ku Klux Klan? ¡Qué vergüenza!».

«Nunca me he sentido tan ridículo en mi vida. ¿Y si mi propio hijo encuentra mi túnica del Ku Klux Klan? ¡Qué vergüenza!»

De nada sirvieron sus demandas a la Comisión Federal de Comunicaciones para que retiraran el programa del aire, ni sus amenazas de boicot a su principal patrocinador, los cereales para el desayuno Kellogg’s. Para entonces, su imagen pública ya estaba por los suelos. Pero lo más importante ocurrió un año después, en 1947, cuando el gobierno de Estados Unidos decidió retirarle el rango de asociación nacional e ilegalizarla. En todo ese tiempo, y por más que se esforzaron en descubrir al topo que acabaría desarticulando su organización, Kennedy pasó desapercibido hasta 1951, cuando hizo pública su identidad al testificar contra el Klan ante un gran jurado federal que investigaba los ataques con bombas dirigidos a centros negros, católicos y judíos. Al descubrirse el pastel, Samuel Green le puso precio a su cabeza, obligando a Kennedy a abandonar el país al año siguiente.

Desde el exilio, Kennedy publicó su obra más famosa: Viajé con el Ku Klux Klan, publicada en 1954. Un minucioso análisis de las actividades del Klan que despertaron curiosidad e indignación entre los lectores de todo el mundo. El libro se publicó posteriormente en Estados Unidos con el título Pasaje a la Violencia, aunque se omitieron los pasajes más polémicos de la versión original. Casi al mismo tiempo, su amigo Jean-Paul Sartre, publicó dos artículos de Kennedy en su revista Les Temps Modernes. Aunque en la actualidad muchos historiadores coinciden en señalar su tendencia a dramatizar y exagerar algunos de los hechos, asumir rumores como si fueran ciertos y relatarlos en primera persona para reforzar su verosimilitud y hacerlos más convincentes, su contribución disminuyó de manera significativa la influencia del KKK en el sur de Estados Unidos. «Kennedy los mostró como los auténticos estúpidos que eran -declaró Peggy Bulger, investigadora de estudios de folclore en la Biblioteca del Congreso- No solo a nivel ideológico, sino también dejándolos en evidencia porque vestían esas sábanas blancas tan ridículas y por expresarse con una retórica absurda».

viñetas de Superman Smashes the Klan, serie de tres números inspirada en el serial radiofónico de los años cuarenta, escrita por Gene Luen Yang con ilustraciones de Gurihiru y publicada por DC Comics en 2019