Sacando músculo: una galería de sansonas, forzudas y otras proezas femeninas

Charmion (1875-1949), estrella del vodevil y trapecista

Icono bizarro del siglo XX, la mujer forzuda fue objeto de asombro y miedo. Una criatura extraña, inmoral, exótica, erótica, peligrosa y casi mitológica, cuya mera existencia alteraba el “orden natural” de las cosas y amenazaba los estereotipos masculinos.


«Los cuerpos de las culturistas no están esculpidos pensando en nosotros. No buscan resultar sexualmente atractivas para los demás, sino sobresalir por lo que son capaces de hacer con ellos reflexiona David Chapman en su ensayo Venus with Biceps: A Pictorial History of Muscular Women (2020) Antes que nada, se trata una cuestión realización personal. Lo que lleva a replantearnos si las “mujeres forzudas” del pasado también vieron cuestionada su identidad de género». Tomemos como ejemplo a la protagonista de esta primera litografía: se llamaba Elise Serafin Luftmann, era natural de Bohemia (Alemania) y su fama recorrió toda Europa central a comienzos del siglo XIX. Su habilidad para levantar pesas ​​y ejecutar malabarismos con balas de cañón la convirtió en la primera “sansona” de la que tenemos constancia.

El razonamiento de Chapman nos recuerda que los prejuicios estéticos hacia las mujeres fuertes, lejos de erradicarse, siguen vigentes en la actualidad. Después de todo, resulta mucho más fácil lidiar con etiquetas para afrontar ciertas realidades. Una forma de disipar las preocupaciones masculinas hacia las mujeres que eran «demasiado fuertes y amenazantes» era retratarlas en fotografías que enfatizaran su gracia y belleza en lugar de su masa corporal y musculatura. Acentuar los atributos femeninos del bautizado como «sexo débil» para que la hegemonía del varón no se pusiera en entredicho.

A finales del XIX, Athléta, la mujer más fuerte del mundo, conquistó los escenarios del music hall con un espectacular exhibición que no ocultaba su vocación reivindicativa: empezó levantando a pulso un voluntario la platea sobre sus hombros y terminó cargando a sobre sus hombros a media docena. «¡Pasen y vean! ¡Una mujer que vale por seis hombres!», pregonaban a voz en grito por las calles de París en un gesto tan desafiante y empoderador como el de su contemporánea Katie Sandwina, madre del célebre boxeador estadounidense Teddy Sandwina, retratada en 1895 cuando se disponía a romper una simbólica cadena sobre su muslo.

Y qué decir de sus hermanas, unas consumadas acróbatas conocidas por el alias artístico de las Hermanas Braselly, capaces de seducir al país desde la portada de The Police Gazette en 1909, bajo el titulo de Músculos y música. «¿Impresionantes atletas o bellezas esculturales?», se preguntaban desde los titulares. La duda ofende, pero acabó siendo aún más relevante a partir del momento en el que las mujeres empezaron a hacer ejercicio con pesas. Al principio, solo se les permitía utilizar unas mancuernas de madera de dos o cuatro libras para evitar lesiones, obviando el músculo desarrollado en el tradicional (y extenuante) desempeño de las tareas domésticas. Y mejor si era vestidas de calle, para insinuar que, en lugar de un deporte, se trataba de un mero entretenimiento. También en España contamos con nuestras propias superheroínas de la vigorexia en pleno franquismo.

Una mujer sostiene al piano y su pianista en equilibrio sobre su pecho (circa 1920)

Vulcana (también conocida como kate roberts)

Una forma de disipar las preocupaciones masculinas hacia las mujeres que eran «demasiado fuertes y amenazantes» era retratarlas en fotografías que enfatizaran su gracia y belleza en lugar de su masa corporal y musculatura

Naturalmente, en nuestra galería no podía faltar el cartel patriótico ¡Podemos hacerlo! diseñado por J. Howard Miller en 1942 para destacar el papel de la mujer durante la Segunda Guerra Mundial. Situándola en la retaguardia, lejos del frente, pero sosteniendo la industria e impulsando la economía a base de tesón, abnegación… y fuerza bruta. Hasta bien entrados los años cincuenta, los documentos gráficos de la musculatura femenina se limitaban al ámbito de la natación, la gimnasia, la danza y los espectáculos circenses.

11 de agosto de 1955: El enorme Ewart Potgieter se balancea sobre la forzuda Jean Rhodes.

Solo se les permitía utilizar unas mancuernas de madera de dos o cuatro libras para evitar lesiones, obviando el músculo desarrollado en el tradicional (y extenuante) desempeño de las tareas domésticas

Hasta principios de los años setenta, las mujeres debían mostrarse lo más femeninas posible, especialmente cuando hacían algo tan tradicionalmente masculino como levantar pesas. La protagonista de esta instantánea ejercita con sus tacones altos y su peinado para preservar su feminidad.

Marzo de 1950: Joan Rhodes dobla una barra de hierro entre los dientes.

Septiembre de 1953: Alice Penfold, de veintiún años, modelo y atleta profesional de Bury, cerca de Pulborough (Sussex), flexiona sus bíceps capaces de romper guías telefónicas por la mitad.

Marzo de 1958: La glamurosa Joan Rhodes ejercita su fuerza mientras aspira en su departamento en Hampstead, al norte de Londres.

8 de abril de 1958: Los hombres que trabajan en las nuevas salas de banquetes de Quaglino miran con asombro cómo Joan Rhodes levanta a uno de sus compañeros de trabajo.

11 de enero de 1973: Maria McArd arrastra con los dientes un camión de 12 toneladas.

30 de octubre (2005): Las aspirantes realizan poses para los jueces durante la ronda de clasificación del Campeonato Australiano de culturismo y modelado corporal en el Revesby Workers Club (SYDNEY, australia).

dos presidiarias posando tras su rutina en el gimnasio del penal (2006)

Laverie Vallee, más conocida por su nombre artístico Charmion, protagoniza este cortometraje de Thomas Edison de 1901 que recoge su número estrella: el famoso strip-tease en el trapecio.