La dictadura comenzaba por el pelo: el furor «patriótico» del peinado «Arriba España»


Antes de convertirse en icónico por los rockers, en nuestro país el tupé fue reaccionario y «patriótico». Durante la posguerra causó furor el peinado «Arriba España», que imponía la verticalidad del pelo y aseguraba ser «100% nacional»

Terminada la Guerra Civil un peinado causaba furor entre los jóvenes españoles. El pelo dejó de caer por la frente, lo que era sinónimo de rojerío y obrerismo. Lo mismo que tenerlo semilargo. En su lugar se impuso el «Arriba España», un peinado que retiraba el flequillo y lo echaba para atrás, directo hacia el cielo y, seguidamente, creaba ondulaciones en el pelo, es decir, logrando un vistoso tupé prerockabilly. Para ello se usaba un producto llamado Solriza, «permanente, sin máquina, sin electricidad y sin peligros», como decía su publicidad, una escama que se vendía en saquitos para hacer de fijador y que permitía mantener rígido el pelo, sin despeinarlo. Se anunciaba, por supuesto, como 100% nacional. Ya se comercializaba a mediados de los treinta, pero acabó imponiéndose con la victoria del fascismo.

También lo usaron las mujeres. Para lograr la verticalidad cada una de ellas necesitaba, como mínimo, medio saquito del milagroso Solriza. Había trucos: en ocasiones escondían un relleno de algodón bajo el pelo a modo de rulo. Lo alto e inhiesto del flequillo fue lo que inspiró el apodo, que se hizo tremendamente popular. La publicidad del producto era constante en la revista Fotos, una cabecera con el subtítulo de «semanario de actualidad nacionalsindicalista». A través de los diarios del régimen (prácticamente todos) se promovió el «Arriba España». A jerarcas y falangistas la moda le pareció fantástica. Tiempo antes ya se proclamaba aquello de que «los rojos no llevan sombrero». Y era verdad, pero los nuevos tiempos impusieron una nueva estética. La obsesión por «españolizarlo» prácticamente todo llegó al absurdo de prohibir la ensaladilla rusa o las clases de idiomas francés o inglés.

Chicas de la Delegación Provincial de la Sección Femenina con sus peinados «Arriba España». Fotografía: Museo Etnográfico de Terque

Chicas de la Delegación Provincial de la Sección Femenina con sus peinados «Arriba España». Fotografía: Museo Etnográfico de Terque

Para enseñar el «Arriba España» se organizaron incluso demostraciones en teatros que trataban de convencer a las mujeres de que rizarse el pelo en casa no era conveniente. A la exhibición acudieron miembros de la alta sociedad, que luego aparecieron sonrientes, con su pelo tratado con Solriza, y que imitaron las clases populares.

Colección de peinados del régimen de la Sección Femenina de Sevilla (1940-1945). Fotografía: ICAS-SAHP, Fototeca Municipal de Sevilla, Fondo Galán

Colección de peinados del régimen de la Sección Femenina de Sevilla (1940-1945). Fotografía: ICAS-SAHP, Fototeca Municipal de Sevilla, Fondo Galán

La marca Solriza en los años treinta

La marca Solriza en los años treinta

Publicidad de Solriza en la prensa (circa 1940)

Publicidad de Solriza en la prensa (circa 1940)

Anuncio de una peluquería ofreciendo ondulaciones gracias a Solriza

Anuncio de una peluquería ofreciendo ondulaciones gracias a Solriza

El «Arriba España» quedaría como una imagen imborrable de aquellos primeros años. La literatura lo inmortalizó. María Dueñas en El tiempo entre costuras, cita así el peinado: «Vino Candelaria vestida de gran señora a su manera› con su moño "arriba España" apelmazado de laca, un collar de perlas falsas y el traje nuevo que le habíamos cosido unas semanas atrás». 

Pero los tiempos cambiaban a toda velocidad. El tupé, adscrito en los años de la posguerra a la dictadura, muy pronto se transformó en un símbolo de libertad y rebelión cuando fue adoptado por los primeros rockers, a mediados de los cincuenta.

Dos mujeres con sus peinados «Arriba España» (circa 1950)

Dos mujeres con sus peinados «Arriba España» (circa 1950)