Lo sabemos: también tú soñaste con hacer algo parecido a Fernando Sánchez Dragó


Fue la tarde menos dulce del escritor. Un grupo de mujeres lo cubrió de pastelazos tras llamar a las feministas «frustradas y marimachos».

«Salvo alguna honrosa excepción, todas las feministas son o lesbianas, o rebotadas y desencantadas de movimientos gauchistas, es decir, snobs, o malmaridadas, o frustradas o marimachos». Fernando Sanchéz Dragó, a comienzos de 1981, hizo estas declaraciones a El Periódico durante una entrevista «en la que condenaba a las feministas al fuego eterno», como afirmó el diario. Luego, con los ánimos muy encendidos, el 5 de febrero de 1981 participó en un debate público con el escritor Manuel Vázquez Montalbán en un hotel de Barcelona. Un piquete feminista, minutos antes, repartió fotocopias con las declaraciones de Dragó. Luego, no dudaron en situarse en las primeras filas y, bajo los asientos, esconder varias cajas con merengues que le lanzaron a la cara al poco de comenzar a hablar después de que una activista le recriminase sus palabras. Sin embargo, tuvo tiempo para hacer algunas declaraciones. Confesó sentirse «anarca, que no anarquista».

Instantes posteriores a la acción. Dragó, a la derecha, cubierto de pasteles. A la izquierda, Vázquez Montalbán

Instantes posteriores a la acción. Dragó, a la derecha, cubierto de pasteles. A la izquierda, Vázquez Montalbán

El Periódico publicó la acción en su edición del 7 de febrero: «En un momento del coloquio, una de las feministas le increpó por sus declaraciones a El Periódico, a lo que Sánchez Dragó contestó que “a mi ser lesbiana me parece muy respetable, pero si dije que en los grupos feministas hay lesbianas fue porque es una realidad que he podido apreciar”. En ese instante, las feministas le cosieron a pastelazos tras advertirle que “como somos no violentas, no podemos tirarte piedras, así que te tiramos pasteles”».

Sánchez Dragó trató de cubrirse como pudo, pero acabó completamente pringado de merengue, al igual que alguno de sus compañeros en la mesa presidencial. La acción, a pesar de ser criticada airadamente por algunos asistentes, contó con los aplausos de la mitad de la sala.