La ciudad más racista del mundo


El padre Riker fundó una «Ciudad Santa» en California, que describió como la más «perfecta» jamás creada: negros, asiáticos y judíos tenían prohibida su entrada. Consideraba a Hitler un «segundo Lutero». Hoy está en manos de la Cienciología

 

En 1919, el padre Riker (en realidad William E. Riker), un predicador obsesionado con la misión evangelizadora, se creía la mano derecha de Dios, pero de un Dios que por supuesto era blanco y vengativo. Es más, aseguraba que el mundo había entrado en una imparable degradación hasta el punto que los verdaderos cristianos debían alejarse de los símbolos de la «decadencia»: la mezcla de razas, los negros, orientales y judíos. Así que, fiel a los postulados del culto que había fundado, The Perfect Christian Divine Way, creó una Ciudad Santa que, para atraer a pobladores, se apostó en un lado de las floridas carreteras californianas, concretamente en una gasolinera cerca de Los Gatos, San José, que llenó de carteles y anuncios que advertían que el visitante estaba ante la Tierra Prometida, que era exclusiva: «¡LA CIUDAD SANTA ES LA CIUDAD DE UN HOMBRE BLANCO! ¡NEGROS Y ORIENTALES MANTÉNGANSE FUERA DE LA CIUDAD SANTA», rezaban los carteles.

William E. Riker

William E. Riker

UNA COMUNA SEXUAL POR OBRA Y GRACIA DE DIOS

Riker había fundado la ciudad más racista de todos los tiempos, un lugar en que el asunto de los derechos se resolvía fácilmente: no había derechos. También se imponía la segregación entre mujeres y hombres, viviendo bajo el más rígido puritanismo que contemplaba toda clase de castigos. La inicial gasolinera pronto se fue extendiendo y empezó a ser una pequeña ciudad que contaba con restaurantes, salones de bailes, oficina de correos y, por supuesto, iglesias. También una emisora de radio, la radio KFQU, donde Riker predicaba a todas horas el honor de lo que consideraba como «la sede del más perfecto gobierno en la Tierra». Sin embargo, desde su origen fue acusado de encubrir una comuna sexual, donde las mujeres eran forzadas a mantener relaciones sexuales con Riker. Cuando estas quedaban embarazadas, ocultaba los hechos y las obligaba a abortar.

La propaganda de Riker afirmaba que «el Hombre Blanco puede ocuparse de todos y cada uno de los negocios de nuestra propiedad, el Hogar del Estado de California del Hombre Blanco, y el Hombre Blanco ya no tolerará sus tácticas de socavar y contaminar. Los agricultores, los hombres de negocios y los trabajadores dicen: “Los orientales deben largarse y mantenerse fuera de nuestro negocio. Nuestro nuevo gobierno cuidará de que usted consiga un empleo. Su sistema de negocios, contaminante y socavador, debe detenerse eternamente al llegar a Nuestra California. Tiene que mantener sus manos contaminantes fuera de nuestra Raza Blanca. Esta es la verdadera ley de nuestra Constitución original del Hombre Blanco, estas declaraciones explican el verdadero espíritu de California».

«Lo que fue la ciudad fue comprada en 2016 por una pareja de millonarios fanáticos de la Cienciología. Para ellos era como comprar un pedacito de la Tierra Santa»

Incluso intentó, sin éxito, su salto a la política. Hasta en cuatro ocasiones quiso ser gobernador de California, pero solamente logró un 1% de los votos. No era el único predicador supremacista en la lucha por conquistar alcaldías. Su decadencia comenzó en 1942, cuando Riker, enloquecido por la llegada de un nuevo mesías, que no era otro que Adolf Hitler, empezó a hacer apología del nazismo, llegando a escribir al führer varias cartas en las que le daba la consideración de «Su Excelencia» y se ponía a su disposición para «limpiar» el mundo de pecado y corrupción. Consideraba a Hitler un «segundo Lutero», pero su ingenuidad hizo que, durante la visita de un grupo de soldados estadounidenses que acababan de llegar de combatir precisamente a los alemanes, Riker se dedicase a cargar contra ellos, acusándolos de intentar liquidar a un «bienhechor» de la humanidad. Los soldados, escandalizados, lo denunciaron a las autoridades y el FBI; que llevaba un tiempo vigilándolo por las sospechas de abusos y agresiones sexuales, lo investigó y acusó de «sedición».

LAS TRIBULACIONES DEL PADRE RIKER

Luego siguieron sus problemas cuando el pérfido gobierno trazó una carretera, la 17, que atravesaba el pueblo, que lo dividió y enfrentó entre sí. Además, su hijo solía meterse en broncas de bar, donde hablaba más de la cuenta. En un altercado confesó que tenía todo el cuerpo con marcas de latigazos y palizas por insinuar que quería dejar el culto. Riker se convirtió al catolicismo siendo ya muy anciano, a los 93 años. Eran los años sesenta, la peor época para alguien como él.

Lo que fue la ciudad fue comprada en 2016 por una pareja de millonarios fanáticos de la Cienciología. Para ellos era como comprar un pedacito de la Tierra Santa. Sin embargo, se convirtieron en propietarios pagando muy poco. La Ciudad Santa estaba devaluada.