Nuestros locos años veinte: El Cabaret de la Muerte de Barcelona


Los asistentes debían ingerir un supuesto veneno y se les entregaba un pasaporte para «el otro mundo». En Sevilla o Madrid también hubo Cabarets de la Muerte, que imitaban al famoso local de París, entre sustos, ataúdes y gritos

Existían y eran famosos en el París de comienzos de siglo. Cabarets noirs y macabros, espectáculos de ultratumba y sustos, magos y shows de espanto. Podías ver un espectáculo o tomarte algo en compañía de esqueletos o ataúdes. El Cabaret de la Muerte de Barcelona fue el primero en intentar imitar aquel ambiente y para ello no escatimó en truculencias, tomando como referencia el infame e igualmente célebre Cabaret du Néant de París, que había sido fundado en 1892 por un ilusionista llamado Antonin Dorville, que a su vez mantenía amistad con el gran Georges Méliès. Su publicidad lo dejaba bien claro: «El que sufra de afección cardíaca o sea impresionable, absténgase de visitarlo, pues pasaría un mal rato», posiblemente para que se hiciera justo lo contrario.  

El público en el interior del Cabaret du Néant de París

El público en el interior del Cabaret du Néant de París

Fachada del Cabaret du Néant

Fachada del Cabaret du Néant

El Cabaret de la Muerte de Barcelona se inauguró en 1925. Hacía dos años que Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, se había hecho con el poder, pero no había semana que no se destapasen crónicas sobre cafés cantantes, cabarets que nunca cerraban y marineros tatuados que bailaban en compañía de chicas «oscuras» que imitaban el estilo vamp.

No sabemos cuánto tiempo duró la experiencia. Lo que sí conocemos es que, al igual que en el de París, se debía bajar al subsuelo, descendiendo unos metros para entrar en una especie de grutas donde comenzaba el show. Al terminar el espectáculo todos los asistentes debían ingerir un supuesto veneno y se les entregaba un pasaporte para «el otro mundo». Por eso, la publicidad anuncia «grutas», ya que estaba en los bajos del Cabaret Sevilla, en el número 72 del Paralel, un enorme local dedicado al flamenco y que contaba con su propio tablao.

Anuncio del Cabaret de la Muerte de Barcelona publicado en La Campana de Gracia (noviembre y diciembre de 1925) y en L’Esquella de la Torratxa (enero de 1926)

Anuncio del Cabaret de la Muerte de Barcelona publicado en La Campana de Gracia (noviembre y diciembre de 1925) y en L’Esquella de la Torratxa (enero de 1926)

En el Cabaret Sevilla podías tomarte algo mientras escuchabas a algún cantante flamenco, y posteriormente descender a las grutas, entrar en el Cabaret de la Muerte y disfrutar de una función de fantasmagorías, ilusionismo o alguno de los números denominados «Experiencias anatómicas». Lo mismo que en Madrid, donde alrededor de 1917 hubo un espectáculo llamado precisamente El Cabaret de la Muerte (la entrada eran 50 céntimos), que tuvo lugar en el frontón El Paraíso, que además de partidos de pelota ofreció obras de teatro. Al parecer fue un éxito de público. La prensa de la época afirmaba que el show estaba cada vez más concurrido. Los frontones abundaban en la capital. Muchos mantenían una doble actividad: de manera diurna se destinaban al deporte de la pelota, muy popular entonces, pero al caer la noche se convertían en locales en ocasiones sicalípticos.

El Cabaret de la Muerte y su anuncio solicitando 35.000 ataúdes para su show

El Cabaret de la Muerte y su anuncio solicitando 35.000 ataúdes para su show

Publicidad del Cabaret Sevilla en el que también se anuncia el Cabaret de la Muerte

Publicidad del Cabaret Sevilla en el que también se anuncia el Cabaret de la Muerte

Quizás tuviera problemas con los permisos correspondientes, pero no debió durar mucho. Al parecer, rápidamente se levantó otro Cabaret de la Muerte, aunque esta vez en el Parque Saturno, que intentaba emular al Luna Park de Coney Island. El nombre de las disparatadas atracciones que ofrecía era fantástico: al entrar, podías ver el Witching Waves, que era una impresionante pista de coches de tales dimensiones que allí se disputó la prueba atlética de los ochocientos metros lisos. Luego podías entrar en la pista de patinaje, los grandes toboganes, la función del Pim Pam Pum (también conocida como «la Taberna de la Destrucción»), el Laberinto de la Escalera Diabólica y, por supuesto, Casa de los Horrores y la Torre Rusa llamada Los Urales. En el gran recinto podías comer en uno de sus muchos restaurantes e incluso ir al cine. La Vanguardia dio cuenta de su inauguración y describió lo que ofrecía: «Los Urales. Montañas Rusas. Water Chutt. Patín siglo XX. Carroussel electrocircular. Aparato de diversiones marítimas. Tiro automático. Próximamente inauguración del Cabaret du Néant. Grandes conciertos por las bandas de los regimientos de Alcántara y Vergara».

Parque Saturno

Parque Saturno