Cuando Julio Verne navegó por el Orinoco

Julio Verne, como escritor y visionario, tuvo la grandeza de poder trasladarse hasta los lugares más recónditos e inhóspitos del planeta. Uno de ellos fueron los salvajes caudales del Orinoco, un rio amazónico que atraviesa varios países y que ha sido depositario desde la conquista de ser el sendero para el mítico El Dorado.

El Orinoco, poco explorado y lleno de peligros, fue un destino estudiado por aventureros y contrabandistas, desde la horda dirigida por Lope de Aguirre hasta los naturistas guiados por el berlinés Alexander von Humboldt. Verne no fue la excepción.

El soberbio Orinoco, (Le superbe Orénoque), de Julio Verne, fue publicado en varios números de la Revista de ilustración y recreo de París, desde el 1 de enero hasta el 15 de diciembre de 1898, y estaba inspirado en Viajes a las fuentes del Orinoco (1888), del francés Jean Chaffanjon.

Chaffanjon, cuando arribó al puerto de la Guaira el 24 de noviembre de 1884, fue recibido en Miraflores con los agasajos y sumisiones propias del latino a las potencias del hemisferio norte.

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Fotografías tomada por Chaffanjon de indígenas «Guahibos», como eran llamados de forma despectiva los pueblos Hotti, Kurripako, Pemon y Piaroa del Orinoco

Entre vinos y champagne, que solo elevaban la calentura corporal de los asistentes, recibió el aval del presidente Joaquín Crespo para realizar una expedición al bajo Orinoco remontando el Caura hasta el Canaracuni y la desembocadura del Erebato.

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Barcaza usada por el expedicionario en 1885 para navegar por el Orinoco

Lo indómito percibido y fotografiado por el explorador sería acompañado en 1887 por el pintor y vitralista Auguste Morisot, del cual no solo retrataría a través de los lienzos obras de la naturaleza como el Auyantepui, sino que dejó obras como Un pintor en el Orinoco, que sirvieron de ilustración y para enriquecer el imaginario de Julio Verne.

De forma anecdótica, y digno del proceder colonizador europeo, el diplomático y desarrollista Ferdinand de Lesseps le daría el título de «descubridor de las fuentes del Orinoco» en un acto de la Sociedad de Geografía de Paris, ignorando quizás por soberbia o simple ignorancia de «un ilustre» que las mismas ya habían sido descubiertas por Cristóbal Colón en 1498.

En el 2005 se estrenó en Caracas la película 1888. El extraordinario viaje de la Santa Isabel del director Alejandro Anzola, una ficción inspirada en la obra.