Las canciones de las mujeres que odiaban que las asesinasen

La intención aleccionadora de las “murder ballads” refleja de qué forma, a lo largo del tiempo, han variado tanto las formas de matar como las de ajusticiar a los asesinos. Lástima que no podamos decir lo mismo de sus víctimas, mayoritariamente mujeres. Escuchemos lo que tienen que cantarnos las Reinas del Country, mucho más subversivas y políticamente incorrectas.


La jovencita que nos encañona desde la fotografía se llamaba Arlayne Brown. A los doce años era capaz de acertar en el blanco a más de diez metros, de espaldas y con la única ayuda de un espejo. Tenía las manos tan pequeñas que necesitaron adaptar la culata del calibre 38 que llevaba su firma. Gracias a su habilidad con el revólver, Arlyane se convirtió en una estrella en exhibiciones deportivas y espectáculos itinerantes. En 1938, recorrió todo el país con el Circo del Salvaje Oeste de Ringling Brothers, Barnum & Bailey, haciendo gala de una puntería que hizo sombra al mismísimo Buffalo Bill.

Lamentablemente, el final de su carrera fue igual de prematuro. Una insuficiencia cardíaca se la llevó en 1961, con apenas 41 años cumplidos. «Yo tenía cinco y él tenía seis/ Cabalgábamos sobre caballos de madera/ Él vestía de negro y yo de blanco/ Él siempre ganaba la pelea», cantaría Nancy Sinatra un lustro más tarde. Escuchada con distancia, su versión de “Bang Bang (My Baby Shot Me Down)” es superior a la original interpretada por Cher y compuesta por Sonny Bono. En parte por el uso del trémolo en la guitarra de Billy Strange, pero ante todo por el desapego de una voz femenina que parece haberse acostumbrado a perder.

Por cada mujer relegada al olvido, como Rose Maddox, Wilma Lee Cooper o Moonshine Kate existen el menos diez estrellas masculinas de la talla de Johnny Cash, Hank Williams o Merle Haggard.

Puede que las primeras en hacerlo fueran Red River Ramblers. Debutaron en 1930 como el primer conjunto de country formado íntegramente por mujeres. Su manager, un palurdo con fama de explotador llamado John Lair, les convenció para que se cambiaran el nombre por Coon Creek Girls, con la esperanza de sacar provecho de sus orígenes. Contemplar a aquellas mujeres criadas en los Apalaches brincando descalzas sobre el escenario era en sí mismo un espectáculo. Y más aún cuando se dejaban llevar por las rápidas melodías de violín hasta el punto de emitir gritos tan agudos que se confundían con un silbido. Y aunque "Pretty Polly" sea un ejemplo del componente misógino de buena parte del folk estadounidense, en sus voces resuena mil veces más indómita que en las de The Byrds.

Las letras de la mayoría de murder ballads, se basan en hechos reales y, para encontrarnos con la “Poor Ellen Smith” a la que alude el título, debemos remontarnos a la Carolina del Norte del siglo XIX. Su trágica historia involucra a un borracho pendenciero y una mujer despechada; la relación concluye con un aborto, pero el verdadero punto final lo pone un arma de fuego. Aunque está escrita desde la perspectiva del varón, en esta ocasión es Molly O’Day quien presta su voz al drama. Nacida como Lois LaVerne Williamson, hija de un minero de Milkwakee, consigue que empaticemos con la víctima más allá de clamar por su venganza.

Porque por cada mujer relegada al olvido, como Rose Maddox, Wilma Lee Cooper o Moonshine Kate existen el menos diez estrellas masculinas de la talla de Johnny Cash, Hank Williams o Merle Haggard. De poco sirvió, por ejemplo, que Patsy Montana fuera una yodeler consumada, ni que obtuviese su primer gran éxito en 1935 con la premonitoria “I Wanna Be A Cowboy's Sweetheart”. Su talento se vio eclipsado por el éxito de su partenaire cinematográfico, Gene Autry, el célebre vaquero cantante de Oklahoma, y puede que el estribillo de su canción más memorable, "I Didn't Know the Gun Was Loaded", fuera dirigido precisamente a él.

Por primera vez una mujer apretaba el gatillo, siguiendo la senda de la auténtica pionera, Kitty Wells: el espejo en el que se siguen mirando Dolly Parton y Neko Case. Tomemos como ejemplo "It Wasn't God Who Made Honky Tonk Angels". Se publicó en 1952 en respuesta al "The Wild Side of Life" de Hank Thompson y cambió la forma en que las mujeres de la música country se veían a sí mismas y a sus carreras: «Demasiado a menudo los hombres casados piensan que están solteros/ y es por eso que muchas pobres chicas se equivocan/ Es una pena que toda la culpa la tengamos las mujeres/ No es cierto que sólo los hombres sientan lo mismo/ Desde siempre, la mayoría de los corazones que se han roto/ tienen un hombre al que culpar».

Pero de entre las mujeres de esta lista, Wanda Jackson es, sin duda, la más popular de todas. Aclamada como la Reina del Rockabilly, se codeó con Elvis y su nombre forma parte del Rock 'n' Roll Hall of Fame por méritos propios. En “The Box It Came In” narraba en primera persona la historia de una mujer traicionada a la que su ex ha dejado sin blanca: «busqué en el armario mi vestido de novia/ pero la caja en la que venía fue todo lo que encontré». La sorpresa llegaba a la altura del estribillo, al jurar que «en algún lugar le encontraré/ y la caja en la que regresará a casa estará forrada de satén».

Kiss, Kiss… Bang, Bang!