«¡Destruiré todos los planetas civilizados!»: el universo salvaje de Fletcher Hanks

En pleno auge de la Edad Dorada del comic estadounidense, un artista semidesconocido creó un universo salvaje y primitivo, a medio camino entre Stan Lee, Jack Kirby y Basil Wolverton, que adquirió tintes alucinados y (casi) autobiográficos.


Aunque Fletcher Hanks nació en 1887 en el seno de una respetable familia presbiteriana de Oxford (Massachusetts), su conducta siempre resultó inapropiada para el hijo de un reverendo. Creció como un niño mimado por una madre sobreprotectora y alcanzó una fama de matón y alborotador llegada la adolescencia. Tanto es así que, cuando tenía 23 años, su madre le pagó un curso de dibujo por correspondencia para mantenerle alejado de las calles y evitar así que se metiera en problemas. Por aquel entonces, la floreciente industria del cómic reclamaba profesionales con los que cubrir la creciente demanda de caricaturas y tiras cómicas de los periódicos y semanarios. Al no existir escuelas donde formarlos, artistas como WL Evans impartían sus enseñanzas por correo, enviando a cada alumno un pequeño portafolio con el que iniciarse en los fundamentos básicos de la ilustración.

Los bocetos que conservamos de Hanks lo revelan como una sólida promesa, dotado de una sólida comprensión de la anatomía y unas notables habilidades técnicas. Pero, entre viñeta y viñeta, a Hank le dio tiempo para casarse, tener cuatro hijos, alcoholizarse y volverse violento. Una noche volvió a casa sin blanca, rompió la hucha del mayor y abandonó a su familia para siempre. Su pista se perdió hasta 1939, cuando comenzó a trabajar en Nueva York como dibujante para la agencia Eisner & Iger, fundada por las leyendas del cómic Will Eisner y Jerry Iger, y que suministraba historietas por encargo a multitud de editoriales de la época. Hanks destacó rápidamente, no solo por ser treinta años mayor que el resto de sus compañeros, sino por su frenético ritmo de trabajo.

Escribía, dibujaba, entintaba y rotulaba él mismo todos sus trabajos, bajo numerosos alias: Barclay Flagg, Bob Jordan, Charles Netcher o Hank Christy. Sólo firmó con su propio nombre las historias de Stardust, el súper mago, un superhéroe que vive en su propia "estrella privada" desde donde monitorea la Tierra en busca de delitos. En cuanto surgen los problemas, vuela a la Tierra en su “tubular espacial” o se materializa de repente, con un estallido de rayos y centellas, como si fuera el Dios del Antiguo Testamento. Algo así como un padre ausente y colérico que imparte justicia de la manera más violenta imaginable, ya sea utilizando su temible fuerza o ​​su dominio de los "rayos científicos". 

Su alcoholismo y su desdén hacia las fechas de entrega pusieron punto y final a una carrera que, de otro modo, hubiera sucumbido más pronto que tarde.

A medida que aumentaba el volumen de publicaciones, su adicción a la botella se agudizó y el trazo de Hanks se fue volviendo más descuidado. Sus personajes presentaban aberraciones anatómicas, adoptaban posturas imposibles o directamente presentaban cualidades grotescas: sus villanos lucían cejas prominentes y labios torcidos, los ojos hinchados y una musculatura que desafiaba la fisiología estándar. También sus argumentos se volvieron más extraños, con tramas cada vez más impredecibles y violentas, como si los demonios personales de Hanks cobraran vida en cada viñeta. Para comprobarlo, basta con echar un vistazo a las de Fantomah, la Diosa de la Selva, una heroína que lucha contra cazadores furtivos y científicos locos, y cuyo rostro se convierte en una calavera lasciva a la hora de asesinar brutalmente a los delincuentes.

Todavía faltaban dos décadas para que el psiquiatra Fredric Wertham publicara La seducción de los inocentes (1954), sembrando el pánico moral que empujaría al Senado a crear el Comics Code Authority para “autorregular” el contenido de las historietas y la extraña galería de superhéroes de Hanks no paraba de aumentar. En su pico de actividad más febril, Hanks creó medio centenar de personajes, incorporando a Space Smith, un aventurero galáctico en la tradición del Flash Gordon; Big Red McClane, un corpulento leñador que combate a contrabandistas; Yank Wilson, el súper espía con “licencia para matar” y Tiger Heart, un cruce entre el John Carter de Edgar Rice Burroughs y el Príncipe Valiente de Harold Foster, que vive en un Saturno que se parece misteriosamente a la Inglaterra medieval.

Sus argumentos se volvieron más extraños, con tramas cada vez más impredecibles y violentas, como si los demonios personales de Hanks cobraran vida en cada viñeta.

Y de repente, el grifo se cerró. Nadie supo nunca por qué Hanks abandonó la industria en 1941, aunque es de suponer que su alcoholismo y su desdén hacia las fechas de entrega pusieron punto y final a una carrera que, de otro modo, hubiera sucumbido más pronto que tarde. Otros artistas de la agencia se encargaron de continuar las aventuras de Space Smith y Fantomah, rebajando sus señas de identidad para hacerlas más tolerables al público de la época pero, exentas de la sádica personalidad de Hanks, se volvieron más aburridas y convencionales. Poco más sabemos sobre su vida, salvo que regresó a su ciudad natal de Oxford, donde consiguió un empleo en como funcionario a finales de los 50. En 1976, encontraron su cadáver congelado en el banco de un parque de Manhattan. Fletcher Hanks murió frío, solo y sin un centavo.

Durante décadas, tanto él como su obra permanecieron olvidados. De vez en cuando, republicaban algunas de sus historietas en publicaciones underground como Raw de Art Spiegelman, alcanzando el estatus de culto entre los fanáticos de las rarezas. Algunas de ellas vieron la luz en 2006, como parte de la antología Art Out of Time: Unknown Comic Visionaries 1900-1969, con la que el historiador Dan Nadel las dio a conocer al gran público. Al año siguiente, Fantagraphics Books publicó I Shall Destroy All the Civilized Planets (Destruiré todos los planetas civilizados) con material seleccionado para la ocasión por el dibujante y editor Paul Karasik. Fue el propio Karasik quien consiguió localizar a los herederos de Hanks para recabar la información y los permisos necesarios para lanzar You Shall Die by Your Own Evil Creation / Morirás por tu propia creación malvada (2009) y Turn Loose Our Death Rays and Destroy Them All! / ¡Desata nuestros rayos de la muerte y destrúyelos a todos! (2016).