Luchando «a muerte» en el Moulin Rouge

Chicas como Sandra Porter y Eva Zambellí, especialistas en lucha grecorromana y enfundadas en maillots, luchaban en el mismo lugar en que minutos después tenían lugar los famosos espectáculos del cabaret más célebre de París. También combatían en nuestro país

«No gustan —nos dicen a coro—. La grecorromana en mujeres es antiestética. Resulta feo ver a dos mujeres de formas muy desarrolladas y senos fofos con el pelo por la cara, ya que no se lo van a dejar como a nosotros, lo que sería aún más ridículo, revolcándose por el suelo mientras luchan por dominarse mutuamente. Y además que el público se “mete” con ellas mucho». Habla el navarro Ochoa, que en los años 30 fue toda una figura de la por entonces de moda lucha grecorromana, que cada semana concentraba grandes masa de gente dispuesta a ver las luchas a «brazo partido» entre este y otras estrellas como el vasco Fullaondo. En entrevistador de la revista Crónica (marzo de 1931), continúa:

«—Está visto, decimos nosotros, que estas luchas no se han hecho para mujeres. Salvo el caso de que lucharan con un hombre. Que seguramente se dejaría dominar.

—Eso no —me ataja Ochoa—, las mujeres no valen para luchar. Yo lucharía con siete y no me tumbarían.

Nos reímos todos.

—Es usted casado Ochoa. ¿No es cierto?

—Sí y con nueve hijos. Uno de ellos tiene diez y nueve años y pesa noventa y cinco kilos. Nunca me ha visto luchar, ni nadie de mi familia».

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Fotografías incluidas en la revista Crónica. Arriba: Ochoa y Fullaondo y, en medio, el periodista. Abajo: ambos en pleno combate

Fotografías incluidas en la revista Crónica. Arriba: Ochoa y Fullaondo y, en medio, el periodista. Abajo: ambos en pleno combate

El salón del Moulin Rouge en 1931, el año en que se organizaban luchas grecorromanas femeninas. Fotografías: Ilse Bing

¡LUCHA!

Lo cierto es que ya entonces las mujeres luchaban igual que los hombres. Incluso en legendarios cabarets, como el famoso Moulin Rouge de París, como Sandra Porter y Eva Zambellí, francesa la primera e italiana la segunda, que solían enfrentarse ante la atenta mirada del público. Una u otra intentaban derrotar a su rival con llaves y proyecciones utilizando solo la parte superior del cuerpo, para hacerla caer al suelo y mantener sus dos hombros fijos sobre el tapiz o ganando por puntos. Está prohibido el uso activo de las piernas en el ataque, así como atacar las piernas de la rival. Ambas vestían un maillot de una sola pieza de color rojo o azul, y botas que rodeaban los tobillos pero sin tacón ni objetos metálicos.

En nuestro país, al igual que en Francia, existían numerosos espectáculos de luchas grecorromana femenina, como los que se organizaban en el Circo Price de Madrid, que solían ser de tres o cuatro combates con las mejores del mundo. Buratti, que fuese campeón en Italia, entrenaba a un grupo de chicas gallegas y les enseñaba todos los trucos, agarres y llaves.

Porter y Zambellí luchan en el Moulin Rouge (Crónica, marzo de 1931). Fotografías: Marín

Porter y Zambellí luchan en el Moulin Rouge (Crónica, marzo de 1931). Fotografías: Marín

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Reportaje de mujeres luchadoras españolas (Ahora, 24 de marzo de 1935)

Reportaje de mujeres luchadoras españolas (Ahora, 24 de marzo de 1935)