Little Richard y la gran bola de fuego que le habló

Era el gran cantante de rock and roll. Salvaje, excesivo, hilarante. Vivía al límite. Little Richard, a finales de los cincuenta, actuaba como se suponía que debía hacerlo una estrella de la nueva música. Así que en octubre de 1957 una gira le llevó hasta Australia. En medio de una canción, entre el delirio de las miles de personas, algo apareció en el cielo. Al principio, Little Richard se quedó absorto, intentando encontrar una explicación, aunque casi nadie se dio cuenta de lo que pasaba en su rostro. Después, cuando pasó el primer momento de asombro, lo comprendió: aquella bola de fuego que surcaba el cielo en la noche era una señal divina. Dios, a quien había dado la espalda por culpa de su pecaminosa vida, le hablaba. ¿Y qué le estaba diciendo? Le decía: «Ámame». Y Little Richard, desde aquel instante, lo hizo.

«Estaba viendo la gran bola de fuego que pasaba justo por encima del estadio, a una dos o tres millas de nuestras cabezas», le confesó más tarde a Charles White, su biógrafo. «Sacudió mi mente. Estaba encima del piano y me dije: Eso es. Tengo que hacerlo. Tengo que dejar el negocio para volver con Dios». El cambió fue total y repentino. Canceló las fechas que restaban de su gira, haciendo que los promotores perdieran miles de dólares, lo que condujo a pleitos y demandas judiciales (la excusa de la conversión católica no entraba entre las cláusulas de rescisión de contratos). Un tiempo después, sus fans se quedaron asombrados cuando apareció vestido con su hábito religioso como ministro del Oakwood College en Huntsville, Alabama.

Little Richard convertido en ministro religioso

Little Richard convertido en ministro religioso

Pero lo que vio Little Richard no fue un objeto celeste enviado por Dios, sino algo más mundano, aunque por entonces igual de fantástico. En el preciso instante en que enloquecido aporreaba el piano, los rusos ponían en órbita al Sputnik I, el primer satélite artificial de la historia. Era el 4 de octubre de 1957 y, efectivamente, su forma se asemejaba a una bola de fuego, lo que hizo que muchos lo ridiculizasen llamándolo «pomelo» (pesaba tan solo 83 kilos y aprecía un enorme balón).

Antes de que el cantante lo contemplase, había atravesado las remotas montañas de Baikonur, en Kazajistán, entonces parte de la Unión Soviética, donde se lanzó y atravesó veloz el cielo. La palabra «sputnik» en ruso significa «compañero de viaje». Al fin y al cabo, Little Richard no estaba tan equivocado. Aquella «gran bola de fuego» sería desde entonces eso mismo: su consejero y compañero de viaje.