Kim Gordon, Mark Arm y el caos del Festival Final

Nos suenan, y mucho, las imágenes de aquel concierto. Las instantáneas han quedado como icónicas, casi como símbolos de la emergencia de un movimiento que la prensa definió como «grunge» y que muchos músicos, supuestamente implicados en este, acogieron sin excesivo entusiasmo. Estados Unidos, afirmaron otros, tenía por fin su «punk». Algo acuñado por ellos, aunque con retraso. Era el 8 de agosto de 1992 y las imágenes de las que hablamos son las de cientos de chavales de pelo largo, descamisados (la camisa de cuadros atada a la cintura), con zapatillas o botas, en pantalones cortos o recortados a cuchillo, tragando polvo y surfeando entre el público. Veinte mil personas. Nueve horas de shows ininterrumpidos.

El público durante el Endfest de 1992

El público durante el Endfest de 1992

En el escenario desfilaron bandas con nombres que son suficientes para quitar el hipo. Apuntad: The Charlatans UK, L7, Mudhoney, Sarah McLachlan, Beastie Boys, The Posies, Toad the Wet Sprocket, Sonic Youth. Aquel festival marcó el momento álgido del grunge, aunque muchas de esas bandas no tuvieran nada que ver con aquello. Pienso en L7, que al poco actuaron en España teloneando a Faith no More. Se llamó Endfest, se celebró en Bremerton, en el estado de Washington, y lo organizaba una emisora de radio alternativa, la KNDD (también conocida como 107.7 The End), un exponente de la red de emisoras más o menos subterráneas, y otras no tanto, que surcaban el país. En el 2009 celebró su última edición.

Mark Arm, de Mudhoney, junto a Kurt Cobain

Mark Arm, de Mudhoney, junto a Kurt Cobain

Los platos fuertes fueron Mudhoney, a punto ya de sacar su disco Piece of Cake, y sobre todo, Sonic Youth, que un mes antes habían publicado su séptimo álbum de estudio, un trabajo casi perfecto que titularon Dirty. En la fotografía vemos a Gordon antes de salir al escenario, junto a su amigo Arm, que aparece feliz y cubierto de barro o sangre, es difícil saberlo. Gordon lo mira y sonríe, posiblemente acostumbrada a los excesos. Hace un amago de limpiarlo, pero desiste. Parece la imagen de un desastre inminente, o quizás todo lo contrario, lo que quedó tras la batalla: meses antes, en la vispera de aquel año crucial, había sufrido su cuarta sobredosis.

Kim Gordon junto al ensangrentado Mark Arm

Kim Gordon junto al ensangrentado Mark Arm

La revista musical Spin, en su edición de noviembre de aquel año, al hacer la crónica del festival calificó la aparición de la banda como una «violación». Al poco, según dijo, el escenario estaba cubierto de cervezas y sangre. Para Spin, aquello fue una demostración, quizás la última, de «Gamma Delta Grunge Humour».