La discoteca que obraba milagros

La increíble «Discoteca Científica» del parapsicólogo Manuel Rapallo era capaz de «aumentar su virilidad» o cualquier otra gesta, incluida resucitar a Gardel. Todo con el poder de su «hipnótica» voz

Treinta días seguidos, sin desfallecer, una y otra vez escuchando los increíbles consejos de Manuel Rapallo Ronco, un parapsicólogo español nacido en Almería, que en los sesenta grabó varios discos para lo que llamó «Discoteca Científica» (también conocida como DECIBEL). De este modo, el milagro era posible: «erecciones potentísimas». Su voz, absolutamente inolvidable y, por momentos, aterradora, podía obrar portentos, como en este caso, en su disco Método para corregir sus inhibiciones y aumente su virilidad, publicado en 1970, que según él era capaz de lograr una vida sexual plena en poco tiempo, siempre y cuando se atendiesen sus orientaciones.

Portada y vinilo de Método para corregir sus inhibiciones y aumente su virilidad

Portada y vinilo de Método para corregir sus inhibiciones y aumente su virilidad

Lo primero era creérselo, decirse a uno mismo que era posible, cada noche, antes de dormir. Los discos de Rapallo estaban diseñados «científicamente» y debían escucharse siguiendo un orden que aseguraba que era completamente lógico.

Otro de los discos de Rapallo, en este caso para combatir la obesidad

Otro de los discos de Rapallo, en este caso para combatir la obesidad

 La «resurrección» de Gardel

Rapallo, tras trabajar en el Instituto Científico Español de Investigaciones Psicomagnéticas en Madrid, marchó a Uruguay, donde continuó su labor como creador de una especie de «Peel Sessions», capaces de hacerte abandonar el tabaco, alcohol o cualquier otro mal hábito.  También grabó cursos completos de hipnosis. Sin embargo, en Montevideo quiso hacerse famoso intentando «resucitar» al mismísimo Carlos Gardel.

El periodista César di Candia contó en sus memorias que Rapallo, cuando estaba en Montevideo, intentó vender que podía «resucitar a Carlos Gardel»: «Una tarde loca de grises, muy castigada por el invierno, llegó a la redacción del diario El País un señor con acento español, que dijo llamarse Manuel Rapallo Ronco, arrastrando consigo una soberbia de esas que se van cultivando desde que se es pequeño y quedan adheridas para siempre a las personas, en sus gestos, en sus miradas, en sus tonos de voz, en el olor de su piel. Era un hombre enorme y envuelto en un sobretodo de piel de camello que impresionaba, y nos observaba a todos como insectos inútiles a los cuales bastaba una mirada suya para que cayéramos fulminados. Nos hizo saber, con pasmosa seguridad, que era uno de los pocos electromagnetizadores mentales que existían en el mundo, que sus poderes superaban todo lo imaginable y que estaba dispuesto a probarlo, haciendo las demostraciones que nos parecieran necesarias». Por supuesto, la aventura, en la que intervino un médium amigo de nuestro hombre, terminó en fraude y descalificaciones.

Este último corte que os ofrecemos, el cuarto de la cara A, debía ser escuchado ya en pleno sueño, para que obrase el poder de sugestión de Rapallo, cuya voz difícilmente podemos imaginar que no produzca las pesadillas más atroces. La cara B contaba con un nuevo portento: Método científico de gimnasia respiratoria abdominal, pero el doctor hacía trampas: sus lecciones iban acompañadas de una marcha militar de Schubert.