La chica de la Familia Manson que intentó matar al presidente de los Estados Unidos

Lynette Alice «Squeaky» Fromme fue una de las mayores devotas del clan Manson. Se rapó al cero, grabó una equis en su frente, cambió su nombre por el de Red, contactó con la Hermandad Aria e intentó asesinar al presidente Gerarld Ford

 

Parecía una simple monja con un hábito rojo en medio de la multitud que esperaba recibir al presidente Gerarld Ford. Aquel día, 5 de septiembre de 1975, en el Capitolio de Sacramento, Lynette Alice «Squeaky» Fromme, entonces con 26 años, podía haber pasado a la historia como la asesina del hombre más poderoso del país. Estuvo muy cerca de lograrlo cuando rápidamente, mientras pasaba Ford a su lado, sonriente y despreocupado, saco una Colt del calibre 45 con la que lo apuntó, pero fue reducida por los guardaespaldas, que se lanzaron contra ella.

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Fromme tras intentar asesinar al presidente Ford. Fotografia: Associated Press Photo

Fromme tras intentar asesinar al presidente Ford. Fotografia: Associated Press Photo

Lynette era una vieja conocida de la justicia. Cuando su rostro apareció en la prensa y televisión de todo el país, muchos se acordaron de que, años atrás, había sido una de las extrañas chicas que, rapadas y con equis en la frente hechas a cuchillo, protestaban contra el juicio a su líder y amado Charles Manson, acusado de los asesinatos de Tate-LaBianca en 1969. Cantaban, sonreían y hablaban con la prensa. Representaban el lavado de cerebro del clan Manson y sus ideas de un inminente Armagedón racial, una fantástica conflagración que diezmaría la población.

No sería la única en intentar liquidar a Ford. Diecisiete días después de su intento de asesinato Sara Jane Moore, seguidora del SLA (Ejército Simbiótico de Liberación), lo volvió a intentar en San Francisco, también sin éxito.

Lynette debió sentirse decepcionada. Mientras Manson y otros de sus colegas pasaban un calvario siendo «inocentes», ella por entonces tenía limpio su expediente. Esto pronto cambiaría. Sería detenida por su relación con el líder del culto, concretamente por amenazar a los testigos llamados a declarar. En prisión entró en contacto con la Hermandad Aria. Tampoco, como último acto de fidelidad, quiso testificar. Entró en prisión, a la que regresaría mucho después.

Una Lynette encadenada, vistiendo un hábito con una esvástica cosida, sale de prisión para declarar ante el juez

Una Lynette encadenada, vistiendo un hábito con una esvástica cosida, sale de prisión para declarar ante el juez

Lynette en prisión, con una esvástica pintada en la palma de la mano

Lynette en prisión, con una esvástica pintada en la palma de la mano

«Tenían armas, drogas y, por supuesto, sueños muy locos»

Manson, como siempre sucede en el mundo de las sectas, llegó a su vida cuando sufría un periodo de gran debilidad. Padecía una profunda depresión, tras empezar a drogarse siendo una adolescente. Aquel hombre, que la vio deambular por las calles de Los Ángeles, la llevó a lo que ella consideraba un paraíso en la tierra, una comuna perdida al sur de California, en el Rancho Spahn, en pleno desierto, cerca del Valle de la Muerte, donde paraban muchas otras como ella y chicos convencidos en que la era hippie tocaba a su fin. Era 1967, justo tras el final de los «veranos del amor». Las ideas de paz se transformaban en una pesadilla violenta.  San Francisco acabó en octubre de ese año con un ejército desarrapado de adictos deambulando por Haight Street, ahora conocida como «Hate Street». Tenían armas, drogas y, por supuesto, sueños muy locos.

Con su profeta entre rejas, ellas y muchas más se convirtieron en las más fieles, más creyentes que él. Llevaron su filosofía al terror extremo. Lanzaron amenazas de muerte por doquier y se armaron hasta los dientes. En algunos vídeos aparecían esgrimiendo grandes cuchillos, jurando que si el gobierno las quería destruir primero tendrían que acabar con ellas. Ni tan siquiera se llamaba Lynette. Había mutado su nombre al dado por Manson. Ahora era simplemente «Red», que encajaba perfectamente en su aspecto, con su cabello pelirrojo. Ella, haciendo juego con su nombre, iba vestida siempre de rojo.

Lynette, haciendo un símbolo «mágico» con su mano, es conducida ante el juez

Lynette, haciendo un símbolo «mágico» con su mano, es conducida ante el juez

El guitarrista de Led Zeppelin, Jimmy Page, pudo haberla conocido, pero parece ser que jamás lo hizo. No se sabe qué habría pasado si hubiera accedido a las pretensiones de su colega Goldberg, publicista de la banda, que estaba haciendo una gira de conciertos por los Estados Unidos. Lynette dijo que quería ver al guitarrista de Led Zeppelin Jimmy Page, ya que tenía algo decisivo que revelarle. Aseguraba que había tenido una visión en la que este fallecía. Su muerte, dijo, tendría lugar durante su actuación esa noche en el Long Beach Arena. Goldberg, quizás para quitársela de en medio, la persuadió para escribir una larga nota a Page. La nota, al parecer, fue quemada sin leer.​

Tras lo de Ford, no cambió. Más bien todo lo contrario. Había sido condenada a cadena perpetua. En 1979, fue trasladada a la prisión de Dublin, California, por atacar a otra presa, Julienne Busic, usando un martillo. El 23 de diciembre de 1987, escapó de la Prisión Federal Alderson, cerca de Alderson, Virginia Occidental. Su fuga fue desesperada y el objetivo no era otro que ver a Manson. No lo logró y fue capturada dos días más tarde. Desde entonces, cumplió condena en Texas, en un hospital psiquiátrico penitenciario en Carswell. Aunque desde 1985 podía solicitar la libertad condicional, renunció constantemente a su derecho a solicitarla. Finalmente se le concedió la libertad provisional en agosto de 2009.

Lynette convertida en «Red»

Lynette convertida en «Red»

Lynette, junto a otra mansonita, de camino a una de las vistas en el juzgado

Lynette, junto a otra mansonita, de camino a una de las vistas en el juzgado