A diez metros bajo tierra: los exploradores del mundo subterráneo


[Fotografías: Jesús Tremps]

En mitad de la noche, con sus chalecos reflectantes y equipos de espeleología, descienden a través de las alcantarillas a los subterráneos de la ciudad. Entrevistamos a Fernando Herráiz y Jesús Tremps, los investigadores más temidos por el Ayuntamiento y la policía tinerfeña

Son la pareja de investigadores más escurridiza de la isla. Fernando Herráiz y Jesús Tremps, conocidos como «la gente de los túneles», son dos veteranos escritores e investigadores fascinados por el mundo oculto. Desde hace unos años, ataviados con chalecos reflectantes y conos de señalización, como si fuesen operarios del ayuntamiento, descienden clandestinamente por la enorme y desconocida red de túneles existente en la antigua ciudad de La Laguna, en Tenerife. También son temidos por la policía y el ayuntamiento, pero su búsqueda de los secretos que se esconden bajo nuestros pies es mucho mayor que las amenazas. Agente Provocador nos reunimos con ellos y los entrevistamos en la superficie, con aire limpio y a plena luz del sol, aunque tenemos que confesaros que soñamos con haberlo hecho a varios metros bajo tierra

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«Lo subterráneo» es una forma de entender el mundo, porque se puede estudiar lo que hay arriba pero también debajo, lo cual nos parece una metáfora preciosa, porque todas las cosas que nos pueden interesar están, por decirlo de alguna forma, «bajo la superficie». ¿Por qué esa fascinación por lo que hay debajo, por lo subterráneo?

A todo el mundo le intriga saber lo que hay debajo, desvelar un secreto, lo que está escondido. Todo está muy ligado, al menos nuestras investigaciones, a hace unos años cuando La Laguna se declaró Patrimonio de la Humanidad. Entonces, en la ciudad, adquirió mucha importancia todo lo que tuviera que ver con su diseño urbano, la geometría que subyacía, el diseño de iglesias y su catedral. El mundo subterráneo de La Laguna jamás se había investigado seriamente. Así que empezamos a investigar, a preguntar a muchas personas, hasta que hicimos las primeras incursiones y decidimos entrar. 

«Las murallas de La Laguna no están arriba sino abajo»

¿Con qué información trabajáis antes de elegir un punto exacto para descender?

Una fuente oral o escrita puede ser imprecisa, pero cuando hay dos o tres personas que coinciden en lo mismo es que hay algo. Cruzas la información y das con hallazgos. La Laguna fue la primera ciudad que se hizo sin murallas, pero es que creemos que las murallas de La Laguna no están arriba sino abajo. Cotejando los diseños originales, es probable que así sea. Hemos detectado varios túneles que inicialmente se construyeron con fines defensivos, pero luego otros se hicieron con otros fines, como el contrabando de trigo por parte de la Iglesia, por ejemplo. Hace siglos el trigo era como el petróleo, era algo muy valioso, y la Iglesia cobraba un diezmo y traficaba con el grano compinchada con contrabandistas. Para ello usaba túneles secretos. Hay miles de metros ahí abajo. 

«Incluso el MPAIAC, el grupo armado independentista, en los setenta había guardado armas en estos túneles»

¿Cómo es ese momento en que deciden comenzar a bajar?

Tienes que buscar entradas por el alcantarillado. La ventaja es que La Laguna está rodeada por dos barrancos. Fue a través de estos barrancos cuando por vez primera nos metimos en el alcantarillado. Teníamos información oral de lo que podíamos encontrar, pero en realidad no sabíamos nada. Estábamos siguiendo un túnel que nos lo encontramos tapiado con grandes rocas, pero ese túnel iba al Palacio de Navas. Nos dijeron que en los setenta habían robado una serie de espadas muy valiosas que luego vendieron en la universidad, pero es que incluso el MPAIAC, el grupo armado independentista, en los setenta había guardado armas en estos túneles y hasta otra gente escondía en esos sitios objetos robados o incluso contrabando de droga. Sabíamos que ahí habían accesos y túneles. 

¿Con qué equipo soléis descender?

Al principio era todo muy precario, pero luego comenzamos a utilizar un buen micrófono de contacto y unos auriculares. Usamos un pequeño martillo con la punta de goma, como los que se suelen utilizar para poner los azulejos. Con estas herramientas golpeamos suavemente algunos sitios, paredes y suelos de sótanos, y con el sonido que genera, la reverberación, se sabe si puede haber un túnel o no. Hay más o menos un patrón, porque casi todos los túneles parten de pequeñas habitaciones bajo las escaleras. Hay algunos lugares en los que ha habido derrumbes, por lo que son peligrosos. No pasamos por sitios en los que haya habido derrumbes y cosas por el estilo, pero no por miedo, sino porque resulta imposible y en alguna ocasión muy rara hemos pasado dificultades para salir por agujeros que habíamos hecho. El aspecto normal de un subterráneo de La Laguna es de un lugar estrecho. Podemos ir de pie, aunque en algún momento tienes que agacharte, pero no porque no sean altos sino por la sedimentación, por agua y barro, que durante siglos ha hecho que haya disminuido la altura. El ancho puede ser de unos 80 centímetros. Ahí abajo hemos sacado fotos hermosísimas, muy tenebrosas.

«Ha habido concejales y policías que han amenazado con detenernos, pero lo que sucede es que para eso tienen que pillarnos ahí abajo y eso no es sencillo

¿Qué opina el Ayuntamiento?

Estamos muy mal vistos por el Ayuntamiento. Hemos estado vetados, a pesar de que les hemos presentado informes serios y proyectos de hasta diecisiete túneles que con seguridad sabemos que existen y que, en gran parte, hemos recorrido. Se nos oculta información. Ni tan siquiera se nos ha dejado asistir a reuniones en las que podríamos aportar mucha información importante. Hay mucho miedo a lo desconocido, algo que en otros lugares no es así y se le da la relevancia e interés que merece. Aquí, en Canarias, no. Incluso ha habido concejales y policías que han amenazado con detenernos, pero lo que sucede es que para eso tienen que pillarnos ahí abajo y eso no es sencillo. Hay que ser muy hábil...

¿Qué experiencias han sido más sorprendentes?

En una ocasión estábamos debajo pero no sabíamos que arriba estaban sellando todas las alcantarillas porque iba a venir el actual rey. No teníamos ni idea de eso. Menos mal que no salimos. Estaríamos a unos veinte metros de donde el rey estaba dando el discurso. ¡Imagínate! También de madrugada tenemos que tener cuidado, porque la gente es muy reacia a ver gente por la noche merodeando por obras. Piensan que eres un ladrón. Algunos ya nos conocen. Gente que trabaja en las obras y, al vernos, paran el trabajo y tapan todo. Nos conocen como «la gente de los túneles», pero también hemos tenido a gente que ha venido a hablar directamente con nosotros para darnos información, aunque a veces se arrepienten porque alguien habla con ellos y les advierte de que mejor se callen. Hemos observado miedo, mucho miedo, para evitar contar que hay túneles antiguos, sobre todo en subterráneos conectados con iglesias. 

¿Habéis tenido experiencias peligrosas?

Nosotros no muchas, pero sí por ejemplo cuando hemos bajado con algunos periodistas que se impresionan o no saben que tienen claustrofobia. Ahí abajo hay cucarachas, barro y cosas por el estilo. Estar dos horas en un túnel, si tienes claustrofobia, te afecta mucho. La mayoría de la gente nunca se ha sometido a un largo encierro, lo desconocen, y muchos bajan y se ponen pálidos. Y luego cosas curiosas, como periodistas mujeres que han venido a descender con tacones, como si fuesen a un paseo. En otra ocasión, cuando íbamos a bajar con un equipo de Antena 3, justo sobre la alcantarilla que íbamos a usar se produjo un accidente tremendo entre dos coches. Ya teníamos todo preparado, los chalecos y los conos, que escondimos rápidamente. Nos retiramos y esperamos cerca a que se fuera la policía o el Samur. Entonces, bajamos. 
 

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