Se armó el Belén: una playlist de La Felguera

Como viene siendo tradición por estas fechas, os regalamos una selección de villancicos para amenizar estas fiestas con melodías punk, generosas dosis de drama social y letras traumáticas que harán que se le atraganten las uvas a tu cuñado.


El Vez – Feliz Navidad (Sympathy For The Records, 1994)

El que fuera guitarrista de The Zeros, Robert Lopez, abandonó la escena punk-rock de Los Ángeles a principios de los años ochenta, se enfundó un mono de lamé dorado y puso rumbo a Memphis. Desde entonces, sus incendiarias actuaciones le acreditan como “el Elvis mexicano”, reivindicando el trono del Rey del Rock’n’roll para el pueblo chicano. Su versión del clásico de José Feliciano va un paso más allá de la popularizada por Boney M en las galas televisivas de Nochevieja, al colarnos el riff del Public Image de P.I.L. como quien no quiere la cosa. Genio y figura.

Sparks – Thank God It's Not Christmas (Island, 1974)

Cuando los hermanos Mael aterrizaron en el Reino Unido con el vinilo de Kimono My House debajo el brazo, el glam se travistió de rock sinfónico. Si el falsete de Russell se acercaba al de Roxy Music y David Bowie, el mostacho de Ron evidenciaba su faceta más irónica y extravagante. A toro pasado es una lástima que sus discípulos de Queen no se lo pensaran mejor antes de llevarles la contraria con su funesto Thank God It's Christmas (1984) porque, como resumieron los propios Sparks, «nuestra intención era discrepar del espíritu navideño. ¡Lo decimos en la maldita letra!».

The Fall – No Xmas for John Quays (Step-Forward Records, 1979)

Frankie Lymon entonó su último villancico en 1967; dos meses y dos días después le encontraron muerto en el cuarto de baño de su abuela como consecuencia de una sobredosis de heroína. Doce años más tarde, el cascarrabias de Mark. E. Smith se inspiraría en la historia del malogrado intérprete de Why Do Fools Fall In Love? para articular una de sus diatribas art-punk: «No hay navidades para los yonquis». Un ataque de incontinencia verbal que alude al impulso de autodestrucción del adicto salpicado de poesía expresionista al más puro estilo de William Burroughs.

The Residents - Santa Dog ‘78 (Ralph Records, 1978)

«Santa Dog is a Jesus Fetus», repetían en su primer disco, publicado en 1972, como si fuera en mantra. Tanto que se acabó convirtiendo en una especie de himno que regrabaron y reeditaron varias veces a lo largo de su carrera. La versión de 1978 funciona como un polvorón envenenado en cuyo envoltorio puede leerse el anagrama de 'Santa Dog / Satan God’. Si cierras los ojos después de tragarlo, podrás imaginarte al coro de gremlins desgañitándose frente al portal de tu casa, con sus pelucas y barbas blancas y rizadas, los ojos inyectados en sangre y las fauces sonrientes.

Crass – Merry Crassmas (Crass Records, 1981)

¿Qué pretendía el grupo de anarcopunk autoeditándose un disco de villancicos? Pues sabotear las normas del mercado para burlarse del consumismo navideño. Equipados con un casiotone y varias garrafas de ponche, los británicos subvirtieron las melodías tradicionales con un popurrí instrumental que incluye un par de temas de cosecha propia: Nagasaki Nightmare y Punk Is Dead. De paso, convocaron un concurso para quienes consiguieran identificar los cortes incluidos: «Primer premio, sales de baño. Segundo premio, un single de Exploited. Tercer premio, dos singles de Exploited». ¿Alguien da más por menos?

James White and The Blacks – Christmas With Satan (Ze Records, 1982)

En 1981 el mítico sello Ze Records publicó A Christmas Record, un apabullante recopilatorio en el que artistas como Material, Was (Not Was) o Alan Vega tomaban la réplica al clásico sesentero de Phil Spector. Un año más tarde, el neoyorquino del saxofón espasmódico ponía el listón todavía más alto con estos seis minutazos de no wave y ritmos discotequeros que ponen a prueba tus caderas y desafían el correcto funcionamiento de tu sistema nervioso. «Aquí no hay ángeles ni reyes magos. Y desde luego tampoco hay vírgenes», aúlla. Así que si lo que buscas es un buen meneo, ya puedes ir vendiéndole tu alma al diablo.

Daniel Johnston – Rockin’ Around The Christmas Tree (Sketchbook, 2006)

La melancolía y la depresión son peajes incómodos, pero también inspiradores, que asociamos con el regreso al hogar por estas fechas. Pero más allá del consumismo voraz, las falsas apariencias y los sentimientos disfrazados, la Navidad despierta en algunos un júbilo infantil. Y aquí está el bueno de Daniel Johnston para reconciliarnos de una vez por todas con el árbol y el espumillón, gracias a su entrañable voz aflautada y los tres acordes destartalados de siempre. Así que olvídense para siempre de la versión original de Brenda Lee. Como buen anfitrión, Daniel nos invita a su fiesta privada; asegura que durará toda la noche y se montará un buen cristo. Y estamos todos invitados. 

Héctor Lavoe El lechón de cachete (Fania Records, 1979)

«Tengo ganas de comerme el rabito del lechón… pero como están las cosas, no se encuentra ni un vellón», se lamentaba el de Puerto Rico. Corría el año 1979 pero muchos hogares españoles suscribirán a día de hoy esta estrofa. Entre charangas y mambos, el genio de Fania Records se resistía a perder la esperanza al sentirse como en casa sin necesidad de salir del Spanish Harlem: «yo me voy pa' Puerto Rico o me quedo en Nueva York, pero en estas Navidades no se salva este lechón». Y rodeado de sus amigos Jerry Masucci, Johnny Pacheco, Daniel Santos y Yomo Toro, ponía  toda la carne en el asador. «Sueño con el ron cañita y un pedazo de turrón; sueño con las avellanas… ¡ver de nuevo ese lechón!».

James Brown – Santa Claus, Go Straight to the Ghetto (King Records, 1968)

Pero Lavoe no estaba solo en esto de matar el hambre a golpe de cadera. En 1968, “el hombre más trabajador del mundo del espectáculo” clamaba por el aguinaldo de los más necesitados: «Papá Noel, ve directo al ghetto. Por cada compra que les hagas, los niños te van a amar. No dejes nada para mi: los tengo a ellos. ¿Es que no lo ves? ¡Los hermanos te necesitan! Así que, Papá Noel, ve directo al ghetto… ¡y diles que es James Brown quien te envía!». El padrino del funk decidió predicar con el ejemplo y se disfrazó de Papá Noel para repartir 3.000 vales de comida entre los residentes más necesitados de los bajos fondos de Nueva York. 

Lila Downs – Amarga Navidad (Peregrina Music, 2006)

Compuesta originalmente para lucimiento de Amalia Mendoza, este clásico del despecho navideño compuesto por el gran José Alfredo Jiménez, atesora algunos de los mejores versos del autor de El Rey y Si nos dejan: «Diciembre me gustó pa' que te vayas. Que sea tu cruel adiós mi Navidad. No quiero comenzar el año nuevo con ese mismo amor que me hace tanto mal.» Inmortalizada por leyendas de la ranchera como Pedro Infante, Vicente Fernández o Enriquito Bunbury, alcanza su cima de empoderamiento expresivo por boca de la heredera natural de Chavela Vargas.

Raquel Castaño –¿Dónde están los juguetes? (Discomoda, 1964)

«A mí me parecía una canción horrible», reconocería décadas más tarde su intérprete, la ex niña prodigio venezolana Raquel Castaño. Con apenas siete añitos, prestó su voz a la protagonista del drama. «Mamá, ¿dónde están los juguetes?», se lamenta, preocupada porque tal vez el Niño Dios no la quiere. Si hay algo más triste que un niño en Navidad sin regalos, es la puñalada trapera de su madre: «Será que tú hiciste algo malo y el niñito lo supo, por eso no los trajo». Ni Nat King Cole se atrevió a tanto.

Nat King Cole – The Little Boy that Santa Claus Forgot (Capitol, 1953)

A finales de la década de los cincuenta, la popularidad del Rey de Chicago en los países de habla hispana le llevaron a grabar una versión de Noche de Paz en los estudios Panart de La Habana. Es una lástima que no sacara un hueco para pulir un poco más su inconfundible acento español con El niño que Santa Claus olvidó, de la que bastará con traducir sus versos finales: «Su pequeño corazón se rompió cuando se enteró que Santa no vino. En la calle, él envidia a todos esos niños y camina a casa a jugar con sus juguetes rotos del año anterior. Lo siento tanto por este muchacho que no tiene padre».

Tom Waits - Christmas Card From A Hooker In Minneapolis

«He dejado de drogarme y de tomar whisky se sincera vía postal la prostituta de Minneapolis  Dice que me quiere e incluso, pese a que no es su hijo, dice que lo va a criar como si lo fuera». Algo se rompe dentro de Charlie al leer que todavía le recuerda cada vez que pasa por delante de una gasolinera, «por toda esa grasa que solías tener en el pelo». Le confiesa que es feliz por primera vez desde su accidente y que ojalá hubiese ahorrado el dinero que solían gastarse en estupefacientes. Pero «ni tengo esposo, ni toca el trombón y necesito pedir dinero prestado para pagar este abogado». No escribe para felicitarle las fiestas, si no para decirle que está esperando la condicional y que saldrá libre para San Valentín. Junto con Fairytale of New York de The Pogues & Kirsty McColl, no se me ocurre una navidad más fría que ésta.