¡Bienvenidos a la «zona especial noise»!


Ruido, caos y furia. Así eran las primeras bandas del punk más acelerado, las huestes de Discharge o Napalm Death. Una entrevista con David Von Rivers, autor de Zona Especial Noise. Crónica de una destrucción musical en el underground español de los años 80, un monumental ensayo sobre bandas extremas, thrash y punk subterráneo en nuestro país

Heródoto, un señor griego que pasó una gran parte de su vida obsesionado por recoger testimonios que pudieran usarse para construir un relato fidedigno acerca del origen de las civilizaciones que poblaban su mundo, escribe mucho sobre la dificultad que entraña separar el polvo de la paja de los recuerdos, ese oro que todos poseemos en abundancia pero que tan mal administramos. Por su parte, la historiografía sobre el punk y el hardcore españoles -y, en menor medida, el metal más o menos extremo- ha vivido, en lo que llevamos de siglo, una etapa de producción febril en la que conviven textos que persiguen una visión global de estos fenómenos junto a  volúmenes dedicados a determinados grupos; la más reciente aportación al tema se titula Zona Especial Noise (Beat Generation, 2020), setecientas doce páginas sustentadas en una contundente amalgama de datos, datos, más datos y testimonios de los actores, un conjunto que se antoja fiable y que, a buen seguro, ilustra a la par que entretiene. 

Zona Especial Noise de David Von Rivers (Beat Generation Books, 2020)

Zona Especial Noise de David Von Rivers (Beat Generation Books, 2020)


Una vez terminada la lectura de este tocho tan voluminoso como fascinante, uno no puede evitar preguntarse por las razones que han llevado a David von Rivers a emprender tamaña tarea y por el tiempo que ha tardado en escribir el punto final de este primer volumen de Z.E.N. (Zona Especial Noise).

Gracias por lo de fascinante. Cuando me preguntan cosas así, siempre me gusta mentar a mi paisano Nacho Vegas. Él dice que sus canciones nacen de un deseo de comprender un desorden incomprensible. Yo escribo libros por mi fascinación por el tema que para mí está desordenado. Cuando se empieza a escribir un libro de estas características, a menudo se parte de la idea equivocada de que se sabe mucho sobre el tema, y luego llegan sucesivos momentos que son muy bonitos, porque son una constante y brutal cura de humildad tras otra. La idea venía de atrás de emprender un trabajo de este tipo venía de atrás, de antes incluso de empezar a trabajar en mi primer libro Navia Caótica (Norte Sur, 2011), que me sirvió de aprendizaje sobre cómo escribir el tipo de libro que siempre me planteo hacer. Con Zona Especial Noise empecé en 2011, de forma bastante irregular, hasta que hubo un punto de inflexión en 2016, cuando tomé ciertas decisiones y por fin le di un impulso fuerte.

Frenopaticss con Boliche, Xavi Shock, Cirera y Ángel (Archivo Boliche)

Frenopaticss con Boliche, Xavi Shock, Cirera y Ángel (Archivo Boliche)

A lo largo de esos años cabe suponer que habrá cambiado y, en cierta manera, depurado los criterios originales.

Sí. Cuando empecé, en enero de 2011, venía de terminar mi primer libro, Navia Caótica, que me había llevado unos cuatro años de trabajo, así que me introduje en las labores de Zona Especial Noise con la idea de hacer algo relajadito, que no me llevase tanto trabajo ni me consumiese tanta energía. De hecho, la idea original era hacer una guía de bandas, aunque no tardé en darme cuenta de que esto era un trabajo tedioso, y que no funcionaba para nada conmigo, porque se producía mucha información redundante, porque no se resolvían ciertos pequeños enigmas, y porque no era un relato inmersivo, de estos que te hacen comprender mejor una época. Así que decidí hacerlo de la misma manera que hice Navia Caótica, con un enfoque narrativo y cronológico, apoyado por testimonios y documentación de la época. Como autor, es un camino mucho más largo y laborioso, pero es la única manera en que yo puedo hacer el libro que me gustaría leer. Este es el criterio por el que me guío siempre. 

Anestesia en el gaztetxe de Andoain, marzo de 1989. Fotografía: Aitor Arregi

Anestesia en el gaztetxe de Andoain, marzo de 1989. Fotografía: Aitor Arregi

«Creo que hay una cuenta pendiente en este país para alcanzar cierta mayoría de edad en el ámbito historiográfico del punk: el ser crítico»

Al hilo de los criterios empleados en la redacción del texto, admito que he disfrutado mucho con la contextualización histórica y la avalancha de datos que, en mi opinión, refuerzan la credibilidad y el valor documental de la obra y que, quizás, lo sitúa uno o varios pasos más allá de las abundantes historias orales sobre música y underground.

¡Caramba, gracias! Hago lo que creo que es necesario para que quienquiera que lea esto se sitúe en esa época tan especial, en la que muchas cosas estaban sucediendo y tejiéndose entre sí por primera vez. En ese sentido, me lo tomo como si fuese el trasfondo de una novela. Por otro lado, creo que los testimonios orales son muy expresivos y dan muchísima información, aunque, y aquí está el problema cuando se quiere hacer un ejercicio serio de crónica, en ocasiones suelen ser muy inexactos. En Zona Especial Noise me preocupaban el aspecto histórico y el orden de los acontecimientos. En un testimonio oral, a veces un después coloquial puede significar un día, un mes o quince años, incluso a veces resulta que, con los datos en la mano, un después es en realidad un antes. Al hacer un relato cronológico, cuasi novelado, he prestado mucha atención a la secuencia de acontecimientos. Pero un trabajo así no se puede limitar a una acumulación de datos. Es necesario incorporar mucha información, pero también hay que procesarla y digerirla para producir algo nuevo con ella. Hay un momento de euforia muy intensa que es cuando el relato toma vida, y como autor, ves que es independiente a ti. Este estado suele durar poco tiempo, pero es ahí, cuando tienes esa visión en conjunto de esa criatura-relato que has creado, cuando te puedes dar cuenta de lo que pide, de cuáles son sus necesidades. Aquí a veces el texto se puede doblar sobre sí mismo, se puede incluso llenar de claves para el lector más astuto. Aquí es también cuando se manifiestan los propios defectos naturales de la historia, y aparecen momentos o etapas pobres, extrañas, grises o sin brillo, y se hace necesario reforzar el hilo narrativo, hacer elipsis, cambiar de escenario y mantener un pulso. Evidentemente, esta parte del trabajo requiere algo más que una mera recolección de informaciones.

Ruido de Rabia en el gaztetxe de Andoain, 12 de abril de 1986. Fotografía: Aitor Arregi. 

Ruido de Rabia en el gaztetxe de Andoain, 12 de abril de 1986. Fotografía: Aitor Arregi.

Si la tendencia a la idealización y la desmemoria interesadas es una constante en una gran variedad de actividades humanas que abarcan desde el ejercicio del crimen a la construcción de relatos nacionales,  imagino que, si tenemos en cuenta las peripecias vitales de sus fuentes de carne y hueso, habrá tenido que diseñar ciertos mecanismos y filtros.

Creo que hay una cuenta pendiente en este país para alcanzar cierta mayoría de edad en el ámbito historiográfico del punk: el ser crítico. En realidad, uno puede dar dos pasos atrás y ser crítico con cualquier banda rompedora, bien sean Sex Pistols, Crass, Discharge o Napalm Death, por poner cuatros ejemplos. Se pueden analizar sus aciertos y también sus inconsistencias y errores (esto los propios Crass lo han hecho de manera brillante). Y no pasa nada, nadie ha de morir. Es más, a las bandas probablemente ni les importe lo más mínimo. Ahora bien: intenta hacer lo mismo aquí, con bandas mucho menos importantes, y te querrán matar, como si hubieses insultado a la madre de alguien, como si el ser crítico fuese una cuestión personal. 

Por otro lado, creo que lo ideal es que el relato tenga un esqueleto sólido, alimentado con hechos. Eso lo pude construir gracias a la prensa y sobre todo gracias a los fanzines, que para mí han sido una herramienta apasionante y vital. Hay publicaciones como Destruye!!!, Penetración, N.D.F., Desconcierto, Idea-Fix, Antídoto, Tambores de Guerra o Underground Scene, revistas como Muskaria o Metali-K.O., además de, por supuesto, el diario Egin o la revista Maximum Rocknroll, que son como un diario de a bordo de la escena de aquellos años, y en conjunto forman una red muy tupida de fechas, eventos y datos. A la hora de buscar testimonios actuales, los busco cuando creo que hay algún punto oscuro en la historia, cuando no hay testimonios en absoluto sobre determinado evento o, para qué negarlo, cuando hay algo que me interesa o me parece divertido (el capítulo dedicado al Día del Caos del 17N es el mejor ejemplo de esto). Valoro mucho la elocuencia. A veces, he utilizado los datos sólidos para testear un poco la memoria de mis interlocutores, sobre todo cuando me ofrecían testimonios con mucho jugo, muy tentadores. Como psicólogo sé que hay personas con mejor memoria episódica que otras, y también que la memoria es frágil, y que se puede construir y reconstruir con el tiempo, pero tengo que decir que sólo me encontré un intento flagrante de manipulación, y fue corregido. El grueso de mis colaboradores son gente estupenda, cariñosa y colaboradora, que han aportado unos testimonios para mí fascinantes. Un verdadero lujo, por el que les tengo que estar eternamente agradecido.

Ultimo Gobierno en su local de ensayo en Burgos, 1986

Ultimo Gobierno en su local de ensayo en Burgos, 1986

«En el punk, ser extremista y hacer ruido era una manera de comunicar, si lo entiendes, bien, si no, al que no le guste que se joda, que es otro de los axiomas del punk»

En buena medida, dedica la introducción del libro a explicar y teorizar sobre el extremismo musical, labor para la que acepta, defiende, matiza, relega y discrimina sonidos y escenas.

Hacer ruido es sobrepasar la tolerancia al sonido, es una conducta extremista de por sí, algo incluso agresivo. Por eso hacer ruido está vinculado a la rebeldía, al desorden, al caos, al desafío a la autoridad. ¿Cuántas veces no nos hemos llevado una colleja en casa o en clase? «Niño, no hagas tanto ruido». En la música, piensa por ejemplo en Jimi Hendrix y en toda la rebeldía generacional que simbolizaba su manera salvaje de tocar la guitarra. Pero tocar como Jimi Hendrix requiere un talento, una disciplina y un sacrificio que no está al alcance de todo el mundo. Además, durante toda su vida como músico, Hendrix fue explotado laboralmente hasta el delito. Ahí es donde entra el punk, una subcultura en la que hacer ruido era el leitmotiv, ya fuese de forma moral o sonora. El punk ahondó mucho en esa dirección y muy rápido: sólo hay cuatro años de separación entre el debut de Sex Pistols y el de Discharge. En el punk, ser extremista y hacer ruido era una manera de comunicar, si lo entiendes, bien, si no, al que no le guste que se joda, que es otro de los axiomas del punk. En el heavy metal también sucedió algo así, y hubo grupos como Venom que le perdieron ese respeto a veces tan pedante que se le tiene a la música en el ámbito del metal. Al final de lo que se trataba era de la inmediatez, de comunicar algo incluso antes de saber tocar, o incluso antes de tener instrumentos. Por supuesto, lo que es extremista en una época puede no serlo en otra, porque existe un proceso de desensibilización y refinamiento por parte del público, y eso es lo que he tratado de rastrear en Zona Especial Noise: los estilos de punk, hardcore y metal más transgresores de cada época, y su relación entre ellos.  


La Movida, como viene siendo habitual en diversas publicaciones que han visto la luz estos últimos años, no sale bien parada; de hecho, por momentos, uno siente cierta lástima por esos iconos defenestrados. 

Esa lastima se suele disipar cuando alguno de esos personajes abre la boca, jaja. No, en serio: en los años 90, que es de donde yo vengo, la Movida se sobredimensionó tanto, que pasó a convertirse en el muermo de una nueva generación, que fue la mía. Los Alaskos, que decía mi también paisano Jorge Martínez, en su día decían que Ñu, Triana o Asfalto eran un aburrimiento. Pues bien, en la década de los 90 sucedió lo mismo: la Movida estaba hasta en la sopa, haciendo sombra a cosas mucho más interesantes. Con tanta sobreexposición parecía que en este país no hubiese habido otra cosa que la Movida. De todas formas, incluso los trabajos más críticos, como el de Víctor Lenore, reconocen sus virtudes, como el peso del papel de la mujer, la visibilización del colectivo LGTBI, la espontaneidad inicial, así como bandas como los excelentes Radio Futura. ¿A quién no le molan Parálisis Permanente? Conozco gente que vivió la época y que me dicen: «Es que yo me lo pasé de puta madre». Aquí en Asturias no había nada, y también es verdad, claro. Aunque disparar sobre los mitos es algo muy divertido y muy punk, también es verdad que hay un momento en el libro que menciono la canción Ríen de ríen de Ana Curra para crear contexto, y lo hago, primero, porque me gusta mucho el disco Volviendo a las andadas, y segundo porque en esa canción Ana era muy crítica con la Movida, pero a lo hacía con mucha ternura, no sé si en la época se supo ver de esta manera, pero me parece que Ana Curra estuvo muy brillante ahí. Luego están personajes como Jesús Ordovás: nunca olvidaré aquella tarde verano en que decidió reemitir el concierto de 1983 de Siniestro Total en Rock-Ola, que influyó en mi vida y en la de algunos de mis congéneres de una forma tremenda y absurda, como debe de ser, jaja.

Últimos de Cuba en El Tubo (mayo de 1994)

Últimos de Cuba en El Tubo (mayo de 1994)

«Aunque conciertos algunos fueron un hito, pero por lo contrario: el caso más lamentable fue cuando Anti-Nowhere League tocaron en Euskadi en 1983 y se comportaron como verdaderos orangutanes, llegando a agredir a algunos de sus seguidores»

Aporta una gran cantidad de información sobre los movimientos políticos y sociales que formaron parte de la agenda cultural de muchos de los grupos que desfilan por Z.E.N.

Es obvio que el punk, el anarcopunk o el hardcore punk no se entienden sin este tipo de movimientos. No estamos hablando de grupos rock o pop que existan, o pretendan existir, más bien, en un vacío social, político o económico, sino de bandas que se movieron a un nivel, digamos, pedestre, sin apenas medios. Grupos que ensayaban en chamizos inmundos, que tocaban en festivales a favor de distintas causas, que participaban en intentos de okupación, que sufrían la represión policial o que, sobre todo en el caso de las bandas vascas, estaban inmersas en un contexto político y social ciertamente convulso y violento. Todo va conectado: un contexto de crisis económica y un enorme desempleo juvenil, pocos recursos para montar bandas pero a un tiempo tener a necesidad de expresarse y comunicarse a través de esa herramienta que es el punk, la posibilidad de asociarse con otros colectivos jóvenes para tomar locales... Sí obviásemos todo esto, no nos quedaría más que un montón de gente tocando música de mierda por algún motivo que no se entiende muy bien. Es lo mismo que nos pasaba a mis amigos y a mí en el pueblo, cuando teníamos nuestros grupos punk y algún adulto nos venía a dar la lección sobre lo muy jodido que era el mundo de la música y que no nos íbamos a comer nada, y que perdíamos el tiempo. Nosotros les dejábamos rascándose la cabeza porque les decíamos que nos daba igual, que eso no nos interesaba en absoluto. ¡Luego, además, resultó que alguno de mis amigos terminó dedicándose profesionalmente a la música!.


Un elemento recurrente de tu libro es la importancia que otorga, como inspiración y generadores de escena, a las giras y conciertos de determinados grupos extranjeros; así, el valor de las fechas españolas de MDC o BGK es muy diferente del de los conciertos de, por ejemplo, UK Subs o The Damned. 

Evidentemente, las visitas de UK Subs, The Damned, y muchos otros grupos que amo, como The Stranglers, Ramones, Siouxsie and The Banshees, Iggy Pop o Killing Joke, fueron importantes para el desarrollo del punk en el estado, pero ciertamente no eran conciertos del ámbito autogestionado, que fue lo que marcó la diferencia para la escena extremista. Aunque algunos fueron un hito, pero por lo contrario: el caso más lamentable fue cuando Anti-Nowhere League tocaron en Euskadi en 1983 y se comportaron como verdaderos orangutanes, llegando a agredir a algunos de sus seguidores. M.D.C. tenían una actitud radicalmente diferente, no eran estrellas del rock, no eran ni siquiera estrellas del punk, eran cercanos, dialogantes, sentían curiosidad por conocer y relacionarse con su público, dormían en sacos de dormir sobre el mismo escenario en que habían tocado, no tenían grandes cachés. Ellos o BGK instaron a algunos punk a hacer las cosas de otra manera, a no delegar los espacios de ocio y reunión a empresarios, a autogestionar sus propios espacios y conciertos. Lo mismo que otros muchos grupos que vinieron después, como Razzia, Impact, Frites Modern, Funeral Oration, Lärm, Violent Charge, Kina, Cólera. La influencia de la escena autogestionaria italiana fue muy importante y notable también. Hubo conciertos que fueron un hito para miles de personas, como los de The Clash en 1981, pero otros muchos que fueron una escuela de autogestión para algunos punks españoles, que fueron creando sus propios espacios, sellos, etc.

Shit S.A. en su local de ensayo (1983). Fotografía: Arturo Xalabarder

Shit S.A. en su local de ensayo (1983). Fotografía: Arturo Xalabarder

«Hubo un punto de partida para este libro y fue la primera vez que vi la grabación de Tortura Sistemátika actuando en el programa Popazoro de la ETB. Apenas ocho minutos de caos, vergüenza ajena, ruido y silencios tensos en que se las arreglaron para tocar 12 canciones»

Otros elementos que aparecen una y otra vez  -incluso agracian la portada- viven en Tolosa (Gipuzkoa) y alrededores.

Desde el primer momento en que comencé a plantearme este trabajo, tuve claro que el eje Tortura Sistemátika-Ruido de Rabia iba a ser el hilo conductor del relato. En el prólogo explico que los considero el equivalente narrativo a Napalm Death, y es muy cierto. Tortura Sistemátika y Ruido de Rabia conectan el ámbito autogestivo y extremadamente pobre y minoritario del hardcore punk de los años 80, con las tendencias grindcore, death metal e industriales de los años 90 (que se tratarán en la segunda parte de Zona Especial Noise). Aparte de eso, pocas bandas había en el estado tan extremistas, inteligentes y a un tiempo excéntricas y disparatadas. Creo que hubo un punto de partida para este libro y fue la primera vez que vi la grabación de Tortura Sistemátika actuando en el programa Popazoro de la ETB. Apenas ocho minutos de caos, vergüenza ajena, ruido y silencios tensos en que se las arreglaron para tocar 12 canciones. Puede que lo veas ahora y no te parezca gran cosa: cuatro chavales tensos que no son capaces de seguir al batería -de hecho, más bien parece que el batería les intenta seguir a ellos- ni de terminar ninguna canción todos a la vez. La guitarra era un zumbido constante y el vocalista parecía un subastador histérico ¡Pero todo esto ocurría en televisión, en el año 1985! Podría hablar horas de todo esto, y además tengo que reconocer que, a raíz de llevar años torturándoles sistemáticamente con mis preguntas y peticiones, y haber editado un CD retrospectivo con grabaciones de Tortura Sistemátika, he desarrollado una buena amistad con los de Tolosa.

Festival Antimilitar en Zaragoza. 8 de junio de junio de 1985

Festival Antimilitar en Zaragoza. 8 de junio de junio de 1985

«Una buena amiga mía, muy joven, anarquista, feminista y punk, me dijo una vez, hablando de otro tema: “Como si fuese la primera vez que alguien del punk resulta ser una basura”»

Choca y duele descubrir que algunos referentes personales se hayan convertido en parte de lo que uno más desprecia; en mi caso, así ha sido al leer sobre MG15, cuyo ep Derecho a la vida siempre aprecié y que, a pesar del señor Jullit, sigo considerando la piedra de toque del escasísimo legado fundacional anarcopacifista del hardcore-punk español.

Ya lo decían Amebix: «No gods, no masters» (y mira las chorradas que Rob Miller ha terminado diciendo luego). No veo cómo las decisiones lamentables que ha podido tomar una persona puedan tener el poder de destruir el impacto real que su trabajo causó en el pasado en un puñado de jóvenes idealistas. Contestando a la pregunta: el legado subjetivo del Derecho a la vida de MG15 no ha sido destruido, aunque sí que es verdad que ha quedado bastante afeado, sabiendo que la evolución personal del líder del grupo le ha llevado a militar en un partido de extrema derecha. De todas formas, al ver la historia con la nueva perspectiva de este dato, se ven cosas que antes no eran tan evidentes. Es más, hay una enseñanza muy buena en todo esto, y es no dar nada por sentado. Hay que saber ver a través de ese efecto halo que cubre a las bandas punk en ocasiones, como si el hecho de haber escrito buenas letras o haber esgrimido una actitud muy guay fuese incompatible con ser un capullo integral o con terminar militando en un partido de extrema derecha. Esto lo explica Lamberto (Ruido de Rabia) de forma muy elocuente en el libro, y creo que es algo que los jóvenes ahora lo tienen clarísimo. Una buena amiga mía, muy joven, anarquista, feminista y punk, me dijo una vez, hablando de otro tema: «Como si fuese la primera vez que alguien del punk resulta ser una basura». 

JUANITO Y SILVIA ÚLTIMO RESORTE, FOTOGRAFIADOS EN EL CANET ROCK 78. FOTOGRAFÍA: SALVADOR COSTA

JUANITO Y SILVIA ÚLTIMO RESORTE, FOTOGRAFIADOS EN EL CANET ROCK 78. FOTOGRAFÍA: SALVADOR COSTA

De todas formas, y volviendo al tema, creo que el problema no es tanto que Jullit liderase la banda punk MG15 en la década de los 80 y que luego hiciese lo que le vino en gana con su vida, sino los sucesivos retornos que la banda ha ido protagonizando después, sobre todo en los 2000, una vez que, como hemos sabido hace poco, él ya había emprendido una deriva ideológica ajena a los valores e ideas antifascistas del punk. Y peor aún: que pese a su alineación política con la extrema derecha, no haya tenido problemas en permitir que los trabajos de su banda fuesen publicados, reeditados y/o distribuidos estos últimos años por sellos punk y antifascistas, cuando no abiertamente anarquistas (obviamente, los sellos no sabían nada), siendo además demasiado bien recibidos pese al tono nostálgico-revivalero y a la carencia absoluta de algo relevante que decir (pese a la paráfrasis a Antonio Machado, el tono equidistante de canciones como 1936 era alarmante). El punk no es un entrenamiento rock´n´roll para empresarios que se aburran y de vez en cuando toquen unos temillas con los colegas para ejercitar un poco esa rebeldía de la caña, los tatuajes y las guitarras.

Juan Carlos y Alberto en el Rastro (circa 1982), fundadores del fanzine Penetración

Juan Carlos y Alberto en el Rastro (circa 1982), fundadores del fanzine Penetración

Resulta curioso que, si nos fijamos en su extensión geográfica, la escena del  primer metal extremo acabase siendo, tan rápido y tan pronto,  más diversa que las del punk y hardcore españoles, circunscritas en su casi totalidad a Euskadi, Cataluña, Madrid y Zaragoza capital.

Creo que tienes esa sensación porque el libro sólo llega hasta mayo de 1990, y hasta ese momento los grupos del llamado metal extremo, que entonces eran básicamente grupos de thrash metal en transición al death, eran muy escasos y estaban aislados, y en sus zonas se relacionaban con otro tipo de bandas outsider, bien fueran heavy, punk, hardcore o rock en genérico. Sin embargo en los 90, que es la etapa sobre la que tratará la segunda parte de Zona Especial Noise, surgieron varios núcleos de estos estilos, a veces compartiendo espacio con núcleos hardcore punk asentados y otras veces no. De todas formas, creo que las escenas predominantes en una zona pueden contribuir a generar una subcultura juvenil hegemónica que se mantenga por cierta inercia. En mi pueblo pasó algo parecido a mediados y finales de los 90, de pronto apareció ahí una escenilla hardcore punk, sin que ni siquiera los propios implicados nos lo pudiésemos explicar demasiado bien.

Subterranean Kids en directo (circa 1987)

Subterranean Kids en directo (circa 1987)

Los viejos vinagres seguiremos debatiendo ad nauseam acerca de las influencias positivas y negativas del metal en el hardcore-punk. Imagino que para usted la controversia no ha lugar e intuyo que el segundo volumen de Z.E.N. abundará en melenas, corpse paint y cinturones de balas.

Para bien y para mal, pertenezco a otra generación, y siempre bromeo diciendo que es algo que considero una suerte, porque ello me ha dado una visión más panorámica, he podido crecer disfrutando simultáneamente de Iron Maiden y de Sex Pistols, de La Polla Records y Siniestro Total, de Nirvana y Cannibal Corpse, de Dropdead y Napalm Death, de Minor Threat y Abhinanda, de Sepultura y The Smiths, de Integrity y Fromheadtotoe, incluso de Hiatus y The Prodigy, de forma absolutamente desproblematizada y desacomplejada, aunque confieso que esa dialéctica que se estableció en los 80 entre los mundos, primos hermanos, del metal y del punk, me parece muy interesante de investigar, porque tiene unas implicaciones que llegan hasta hoy en día. 

De izquierda a derecha Göran, Javier Couso (Canino) y Alberto Penetración.

De izquierda a derecha Göran, Javier Couso (Canino) y Alberto Penetración.


Me gustaría terminar preguntándole por el valor que, más allá del ingente trabajo personal, otorga a su monumental obra y cómo le gustaría que fuese leída. 

Me gustaría que fuese leído bien, con buena luz, de manera cómoda y relajada, quizás con un gato ronroneando sobre el regazo. Nada de playa ni otros sitios donde las páginas se puedan manchar. Me gustaría que el libro fuese tratado con mimo, sin abrirlo demasiado para no deteriorar el lomo, pero esto son tonterías mías, jaja. Creo que a lo más que aspiro es a que sea leído, a que divierta y entretenga, y que den ganas de volver a escuchar ciertos discos o grupos, o de emprender eventuales investigaciones personales. Me gustaría se sepan perdonar los errores y erratas que pudiese haber, pese a todos los esfuerzos. En el caso más absolutamente ideal, me gustaría que este libro sirviese como peldaño para que en el futuro alguna persona con las facultades mentales ciertamente trastocadas pueda escribir un libro más completo, más mejor y más todo. Y nosotros que lo veamos. ¡Muchas gracias por la entrevista!