«Aún aprendo»: un artista experimental llamado Goya


Antes de fallecer y siendo ya un anciano se embarcó en la experimentación artística, trabajando con miniaturas de marfil en lo que son extrañas y bellas rarezas de su increíble producción. «Aún aprendo», confesó en una de sus últimas obras

 

«Tomar aguas» fue la excusa que dio un ya muy mayor Goya para abandonar el país y marchar hasta Burdeos. Una vez allí, lejos de tratar su enfermedad que le minaba poco a poco la salud, fue hasta París. Lo que sucedió a partir de entonces fue la historia de un renacimiento personal y vital. Había expulsado todos sus demonios y fantasmas, que dejó plasmados en las paredes de la Quinta del Sordo, la casa junto al Manzanares que había comprado poco antes, en febrero de 1819, y donde en la casi estricta intimidad comenzó su famosa serie que más tarde se conocería como las Pinturas negras.

Se fue de España sin excesiva pena. No miró atrás; tampoco sintió apego alguno por aquellas extrañas y perturbadoras imágenes. La oscuridad, que tanto le había atormentado, quedaba atrás. Para él aquello fue la particular «cura» ante las pesadillas que le asediaban. Las visiones espectrales no le siguieron los pasos, más bien todo lo contrario.

Estaba feliz. En París, lo primero que hace es visitar los monumentos y lugares históricos, mientras la policía le vigila de cerca. Aunque regresa hasta en dos ocasiones a Madrid vuelve de inmediato. Su salud es débil pero su voluntad inquebrantable. «Es cierto que el invierno pasado pinté sobre marfil y tengo una colección de cerca de cuarenta ensayos pero es miniatura original que yo jamás he visto por qué no está hecha a puntos y cosas que más se parecen a los pinceles de Velázquez que a los de Mengs», escribe a su amigo Joaquín Ferrer el 20 de diciembre de 1825. Después de haber hecho con su pintura todo lo imaginable e inimaginable, siendo ya un anciano, decide emprender el camino de la experimentación: trabaja con miniaturas de marfil de unos cinco a ocho centímetros cada una y apenas uno o dos milímetros de grosor. Su técnica era admirable y en ella el pintor ve una manera práctica de seguir creando. Ennegrecía la placa de marfil y, seguidamente, dejaba caer una gota de agua que, cuando se extendía, eliminaba una parte del fondo y trazaba de forma más o menos caprichosa manchas más claras. Era entonces cuando Goya pintaba a partir de esos surcos.

Carta de Goya a Joaquín Ferrer (20 de diciembre de 1825)

Carta de Goya a Joaquín Ferrer (20 de diciembre de 1825)

 

Varias miniaturas obra de Goya realizadas sobre marfil

«AÚN APRENDO»

«En uno de los últimos dibujos lo vemos ya anciano, ayudado por dos bastones y con el pelo cano. La leyenda dice: “Aún aprendo”»

 

Lamentablemente solo sobrevivieron al paso del tiempo una decena de estas miniaturas, verdaderas rarezas en la vasta obra del pintor. Las piezas fueron traídas a España por su hijo Javier Goya, que las vendió a diversos coleccionistas. Algunos de estos compradores, entre las escasas piezas cuyo rastro puede seguirse, eran anónimos. A pesar de que la técnica es muy innovadora los temas siguen siendo los habituales: costumbrismo, estampas que parecen deudoras de las Pinturas negras, tipos cuyos rostros son torcidos y adquieren un aspecto extraño, entre la mueca y el espanto.

Dos miniaturas más de Goya entre las pocas que sobrevivieron

Sus días terminaban. Su carácter, al parecer en otro tiempo huraño y terco, se suaviza. Está alegre y con ganas de enfrentarse a pequeños retos. Hasta juega con su imaginación, pero lo hace casi con la mirada de un niño. En uno de los últimos dibujos lo vemos ya anciano, ayudado por dos bastones y con el pelo cano. La leyenda dice: «Aún aprendo». O en otra obra, una vez más su propio retrato, donde un Goya anciano lee un libro. La frase con la que lo ilustró fue la de «Mucho sabes y aún aprendes». El genio hablándole al genio. Despidiéndose con una sonrisa y una lección para el futuro.  

Francisco de Goya, «Aún aprendo», Álbum de Burdeos I o Álbum G, n.º 54, 1825-1828, dibujo a lápiz negro y lápiz litográfico sobre papel verjurado agrisado, 192 x 145 mm, Museo del Prado (Madrid, España)

Francisco de Goya, «Aún aprendo», Álbum de Burdeos I o Álbum G, n.º 54, 1825-1828, dibujo a lápiz negro y lápiz litográfico sobre papel verjurado agrisado, 192 x 145 mm, Museo del Prado (Madrid, España)